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Mi historia con los videojuegos
Por Kevin S. D'Ambrosio Publicado en Artículos, Opinión, Reportajes, Retro, Volviendo a la infancia en 4 diciembre 2020
La distopía paralela de escribir sobre videojuegos Anterior ¡Viva la especulación! Siguiente

Hoy traigo un texto diferente a lo que suelo escribir. Después de meditarlo decidí narrar sobre cómo los videojuegos han influido en mi vida y me adentré en el mundo retro. Por lo tanto, esto es una historia, con toques de reflexión y un consejo final para todos aquellos que quieran adentrarse en el retrogaming.

Todo empezó antes de nacer

Tengo una anécdota que me hace sonreír cuando me pongo a pensar sobre mi pasión a los videojuegos. Nos remontamos a finales de los ochenta, principios de los noventa, en Mar del Plata, Argentina. Mis abuelos maternos me comentaron que mi madre cuando era joven se pasaba todo el rato jugando con la Family Game, un clon de la Famicom original de Nintendo que se distribuyó principalmente por Latinoamérica.

Continuando con el asunto, mi madre me contó que un día la vieron en una tienda de electrónica de la ciudad, y tras mucho insistir, mi abuelo no pudo decirle que no a mi madre. Ahí empezó todo. Me comentaron que mi madre no paraba de jugar con ella a los primeros títulos de la marca nipona, siendo su favorito el primer Super Mario Bros. Mi abuelo, también apasionado de la última tecnología, jugaba con ella de vez en cuando. Mi madre prefería estar toda la tarde jugando que salir al centro comercial, un buen espíritu gamer.

Aquí podemos observar fácilmente un clon, pero la otra consola a simple vista no se puede identificar

El primer contacto con el mundo

Recuerdo ser un niño de primaria sin apenas amigos, todo hay que decirlo, e ir a la casa de mis tíos durante el mediodía. Ellos ya tenían la PlayStation 2 y yo me quedaba embobado viendo sus gráficos, su tremenda calidad de imagen. Supongo que tras la insistencia y las ganas que le tenía, cayó. Digamos que no fueron mis padres sino Papá Noel quien me trajo unas navidades mi PlayStation 2 Slim con un par de juegos.

Ansioso de probarla, quería abrirla y ponerme a jugar allí mismo, grata mi sorpresa de no poder hacerlo por dos motivos, no estar en casa y no tener Memory Card. Aun así, impresionante se me quedaba corto. Ese fue tal vez mi primer contacto con el mundo de los videojuegos. Me la pasaba jugando día y noche y sufría con cada disco que se rallaba. Realmente yo cuidaba muy mal las cosas. Y aún la tengo aquí. Hace poco conseguí otra vez los cables necesarios y puedo volver a disfrutar de un trocito de mi infancia con juegos como Cars o Prince of Persia.

Y todo esto siguió cuando un día mi padre apareció por casa con una PSP. Cómo cambiaron mis ojos al ver esa pequeña pero matona consola. Veía como mi PS2 se transformaba en un aparato portátil con un sonido y una pantalla increíble. Aunque mi padre hiciera la broma que se la había comprado para él, al poco supe que era para mis hermanos y para mí. Este es un aspecto que no había mencionado. Tengo hermanos, y como no, las cosas se comparten, aunque a veces a regañadientes.

Aquí es donde aparece otro recuerdo bonito gracias a la PSP, y es que a mi hermano pequeño también le gustan mucho los videojuegos. Recuerdo cuando él apenas tenía unos años que ya sabía jugar con soltura a algunos títulos como Los Simpsons, siendo él quién superaba, a la edad de cuatro años, el nivel final. Este hecho supuso otro nexo de conexión con mi hermano que hoy en día seguimos teniendo. De hecho, mientras escribo esto, él está aquí hablándome de Hollow Knight y sé que ha conseguido otros logros por su cuenta. Aún conservo esa PSP Fat, pero en bastante mal estado. Una pena.

Las consolas de Sony que he comentado

Pero ahí no se quedó la cosa. Recuerdo también un día muy en concreto de primaria en el que mis compañeros decían con esa típica pronunciación de niño: “Yo tengo la Lintendo de Mickey”. Así tal cual, la Lintendo de Mickey. Sinceramente, yo creía que se trataba de una linterna que al encenderla daba proyectaba la cara de Mickey Mouse. Pero tras hablarlo con mi madre, descubrí que se trataba de la Nintendo DS.

Por este entonces, yo ya estaba un poco más espabilado en este mundo, pero tampoco tanto. Desconocía la existencia de las GameBoy o consolas de sobremesa más allá de la PS2, pero sí que sabía cómo instalar emuladores en un PC y jugar a distintas ROMs de Pokémon. Así que ya os podéis imaginar mi sorpresa al ver anuncios en la televisión sobre los nuevos juegos de Pokémon para la Nintendo DS. Esta vez fue distinto, ya que el dinero tuvo que salir de mi bolsillo de la comunión. Fue la Nintendo DSi en este caso la que me abrió aún más los ojos al mundo de los videojuegos, consola que también sigo conservando.

Despertó en mí una pasión por Pokémon que hoy en día sigue como podéis ver y me hizo informarme más sobre las distintas consolas de Nintendo. De hecho, un día le pedí a mi madre una GameBoy Advance de segunda mano. También, cómo dije antes, ya sabía utilizar un ordenador con internet sin ningún tipo de problema y el querer saber más y el cómo jugar a distintos juegos me hizo despertar interés por las modificaciones, el custom firmware y la piratería.

Desconozco cuál es la opinión hoy en día sobre los videojuegos en los jóvenes, si aún sigue el mito que los hace violentos hasta el punto de querer provocar masacres. Más allá de esa polémica promovida por ciertos grupos de la sociedad y basándome en mis experiencias, realmente estoy agradecido de haber pasado mi infancia jugando y viendo ciertas series animadas. Considero que me han enseñado grandes valores morales y ampliado mi imaginación de una forma increíble.

Mi Nintendo DSi con Pokémon Platino y una foto con mi padre

Un descanso del cual me arrepiento

No sabría decir qué fue lo que provocó esa etapa en mi persona, pero sufrí durante mi introducción a la adolescencia un desinterés por el mundo de los videojuegos. Seguía conservando mis consolas, pero ya estaban desactualizadas y no funcionaban bien, y seguramente era eso. La PlayStation 3 ya estaba en el mercado, de la misma forma la PS Vita y la Nintendo 3DS. Y al no tener los recursos suficientes, no pude continuar con mis sagas favoritas, pero tampoco revivir experiencias ya que mi PS2 no leía discos, de la PSP no encontraba el cargador y la DSi ni encendía.

La adolescencia tal vez sea de los puntos más críticos en este mundo. Si uno tiene los recursos suficientes, esta pasión puede seguir fluyendo poco a poco. En cambio, si no se poseen estos recursos, la pasión se queda estancada y la envidia crece de forma irracional. Ya que cuando uno está en esta época, es más probable que sienta envidia al compararse con sus amigos y conocidos. Y es lo que me pasó. Muchos de ellos tenían la PS3 o la Xbox 360 en casa y yo veía como me quedaba fuera de ese grupo. La necesidad de sentirse integrado es muy importante en esa edad y supongo que eso me causó cierto desinterés en el mundillo.

Aunque las cosas poco a poco llegan. Soy muy impaciente, ansioso y me gusta tener las cosas para ayer, por lo que eso agrava la situación. Pero cierto día, mi padrastro compró una PS3 y ahí las cosas fueron cambiando. Mis amigos y yo conectábamos más gracias a las partidas de zombis del Black Ops 2. Quedábamos tanto online como en persona para jugar, reírnos y pasar el rato.

El regalo que mis amigos me hicieron cuando cumplí 16

Por el otro lado, mi interés por los videojuegos iba volviendo poco a poco de la misma forma que adquiría cierta cultura del mundillo. Me iba informando más sobre distintas plataformas y sagas. Pero tal vez el punto más decisivo de esta etapa fue cuando cumplí dieciséis años. Ese día, mis amigos habían reunido dinero suficiente para comprarme mi primera GameBoy Advance SP con una copia de Pokémon Esmeralda en su interior, el juego de mi infancia. Estuve a nada de llorar de la emoción.

Tan fuerte fue el impacto de ese momento que desencadenó en mi la locura que hoy en día vivo y mis ganas de coleccionar elementos retro. Empezar a informarme de retrocompatibilidad, sistemas de emulación, de buscar los cartuchos de juegos de generaciones pasadas, pero, sobre todo, meterme en el peligroso mercado de segunda mano.

Cuando me pongo a pensar sobre esta etapa adolescente de mi vida solo puedo arrepentirme de no haber mantenido vivo ese interés. La de juegos que pudiese haber jugado en su momento y tener ahora mismo mucha más cultura del mundo. Podría tener muchísima más información y conocimientos para plasmar en un sitio como este. Pero no hay que quedarse estancado y hay que avanzar.

El trabajo da sus frutos

Y nunca mejor dicho. Después del momento de la GameBoy, mi fanatismo fue subiendo como la espuma. Me fui haciendo con más juegos de Pokémon y consolas con los pocos ingresos que un menor puede obtener, pero el empezar a trabajar ayuda. Y mucho. Sobre todo, si no tienes obligaciones de algún tipo. Conseguí finalizar mi colección de Pokémon con ciertos añadidos. Mis amigos bromeaban con que empezaría a coleccionar consolas Nintendo y yo les decía que no, que me parecía un poco una tontería. Tengo actualmente dos GameBoy Color, dos GameBoy Advance SP, cuatro Nintendo DSi y cinco sistemas 3DS.

Aunque no solo tener ingresos ayudó bastante. Mis amigos seguían fomentando esta pasión en mí haciéndome regalos relacionados con el mundo. Juegos que no querían más, consolas, etc. Este es otro aspecto fundamental, rodearse de gente que sepa ver con buenos ojos tu pasión, por mucho que no la compartan. Me gustaría hacer pues una mención a mi actual pareja que durante estos años ha ido apoyándome y ayudándome con esta pasión. Fue ella quién me regaló mi Nintendo 64 con una copia de Majora’s Mask y me ayudó a obtener muchos títulos y elementos que ahora mismo tengo. En vez de mirarme como si fuera un loco, me ayudaba a tomar decisiones. Lo dicho, importante rodearse de personas así de especiales.

Muchos elementos presentes aquí son gracias a mi actual pareja

Mi problema con el mercado de segunda mano

Ya hice una pequeña mención al mercado de segunda mano anteriormente, y es que, si uno no tiene la edad de haber vivido esos momentos pasados, tiene que recurrir sí o sí a plataformas varias donde nos encontramos con el principal problema: la inflación de precios absurda.

Entiendo que haya un libre mercado y cada uno vende lo que quiera al precio que quiera, pero considero que hay que ser razonables. El mercado del mundo retro ha sufrido una inflación enorme en los últimos años. Cuando antes podías hacerte con una Nintendo 64 con todos los cables necesarios y operativa por 20€, ahora está por 60€ o 80€. El mercado de la GameCube es horrible. Precios realmente abusivos con la excusa de “es que es retro” o “se vendieron pocas copias”. Consolas sin cables ni operativas por 50€, juegos por 150€, donde podríamos discutir si valen la pena a ese precio o no, pero obviamente algunos no lo valen.

Pero no tan solo el mercado retro sufre las garras de esta inflación, está sucediendo exactamente lo mismo con la reventa de PS5 o Xbox Series X. Gente que no sabe esperar a que haya más stock de la consola o a que pase el boom de hacerse con una y recurre a gente rastrera, horrible y detestable que la revende por 1000€ o más. Y no solo particulares. El mercado de segunda mano no es un mercado que se regule tan fácilmente por oferta-demanda y considero que aquí ha habido un gran culpable, las cadenas de tiendas de segunda mano.

Obviamente, necesitan beneficios y que la gente quiera venderles, pero desde la aparición de centros como Cash Converters o CeX en el país, el mercado es horrible. Solo hace falta meterse el Wallapop para ponerse a llorar. Porque claro, aquel particular que tiene a la venta varios productos y ve que otra gente lo vende fácilmente por el doble, triple o cualquier multiplicativo, ¿por qué no va a decidir hacer lo mismo? Y claro, las tiendas al ver que los particulares cada vez exigen más, ¿por qué no subir aún más los precios? Un proceso que lleva a los casos anteriores. Solo mirad la última táctica de CeX con la PS5 y decidid qué os parece que una cadena de tiendas haga ese tipo de movimientos. A mí opinión, me parece deleznable.

Tweet de mi compañero Adrián Fitipaldi, @CtrlAltSuprimir, comentando la situación

Consejo final y conclusión

Mi consejo final puede parecer una tontería, pero no lo es. Si después de leer esto tienes ganas de buscar tus viejas PlayStation o Nintendo, no te asustes si no se ven como recuerdas y se ven horribles. Estas consolas están diseñadas para jugarse en televisores de tubo, sí, esos antiguos y pesados. Si tienes ganas de revivir viejas experiencias de la mejor forma posible sin dejarte mucho dinero en conversores caros o que no funcionen, te recomiendo informarte sobre los televisores antiguos para el retrogaming. Desde que lo descubrí, sigo sorprendido y agradecido de haber tomado la decisión de adquirir otra vez un televisor CRT. La ventaja es que se encuentran fácilmente, baratos o incluso gratis.

Una foto mía, con la peor cara posible, en el Mercat de Sant Antoni, Barcelona, gran lugar para buscar elementos frikis y juegos retro

Mi relación con los videojuegos ha ido cambiando a lo largo de mi vida, pero siempre han estado muy presentes. Me han ayudado a superar ciertos momentos difíciles y a mejorar otros muy buenos. En mi infancia, como bien dije, me ayudaron a tener ciertos valores y mucha más imaginación. Desarrollaron en mí una inteligencia sobre la tecnología y a saber utilizarla. Durante mi adolescencia, me ayudaron a conectar con la gente que me rodeaba y forjar así amistadas, enseñándome también otro tipo de valores morales. Y tiempo después, que no es ningún tipo de tontería, es una pasión que nos une a muchos y debemos compartir. Debemos también encontrar a esas personas especiales que nos entienden a pesar de no compartirla. Personas que no infravaloran nuestros conocimientos ni miren de forma extraña nuestra afición.

Me parece algo mágico pensar esto de algo tan increíble como son los videojuegos. La cantidad de historias que deben de haber empezado, los mejores momentos en la vida de alguien, los trágicos, todo. Los videojuegos crean vida alrededor de las personas y debemos de ser capaces de compartirla.

Y aunque el mercado sea algo difícil para aquellos que quieran iniciarse en el mercado de segunda mano, siempre hay oportunidades o gangas. Nunca es tarde para empezar y descubrir este mundo tan grande con personas tan maravillosas. Por ejemplo, de no ser así, yo no habría conocido a Isla de Monos, que ahora forma parte de mi día a día.


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