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3 indies curiosos del Xbox Game Pass PC
Por Javier Enrique Alonso Publicado en Artículos, Destacado en 27 marzo 2020
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Los aficionados al mundo del videojuego vivimos tiempos fantásticos. Y aunque esta frase puede tener sus matices según con la óptica que escojamos, hoy me quiero quedar con lo bueno. Ya que gracias al nacimiento de nuevos servicios, podemos disfrutar de grandes abanicos de juegos a un bajo coste. Incluso jugar a través de Internet sin necesidad de descargar nada, algo que la gente con ordenadores poco pudientes agradecemos enormemente.

El día de hoy quiero dar un pequeño tinte positivo a esta situación desafortunada que estamos viviendo en España, donde debemos permanecer en casa para contribuir al bienestar de toda la sociedad. Por lo tanto, quiero aportar mi pequeño granito de arena en forma de recomendación, para que de esta forma el tiempo se os pase volando.

Lo he querido llevar a mi terreno, ya que soy un gran amante de los juegos independientes. Es increíble ver la cantidad de imaginación e innovación que ponen sobre la mesa, aportando conceptos nuevos que resultan muy estimulantes. Siempre han sido mi refugio cuando venía buscando ideas frescas y popuestas interesantes que se salgan de la norma.

Dicho lo cual, aprovechando la fantástica biblioteca que posee el servicio de Xbox Game Pass para PC, vengo a recomendaros 3 juegos independientes que resultan la mar de curiosos por diversos factores. No solo por sus nuevas ideas, si no por sus formas tan variopintas de llevarlas a cabo. Además, no son para nada exigentes en lo técnico, por lo que todo el mundo podrá disfrutar sin problemas. Recordad que el primer mes sale por tan solo 1€, así que no tenéis excusa para, al menos, echarles un ojillo curioso.

Kingsway

Una sola captura de este concepto fue más que suficiente para captar mi atención. Entré con una mezcla de duda y curiosidad. Y salí con una sonrisa de oreja a oreja. Porque es muy agradable ver un flujo de ideas constantes. De detalles bien pensados. Ver como un planteamiento la mar de sencillo puede funcionar a tantos niveles.

Kingsway es el nombre del sistema operativo ficticio donde viviremos nuestras aventuras. Todo el juego se nos presenta en una interfaz de ordenador al más puro estilo Windows 95. Pero oculto entre sus diferentes programas y pestañas se encuentra un RPG de corte clásico la mar de imaginativo.

Toda la gestión la haremos a través de las diferentes ventanas del sistema tal y como lo haríamos en nuestro escritorio. Cada elemento del juego es un programa más de los que tenemos instalados. Desde nuestra mochila al mapa del mundo, pasando por la lista de misiones o la banda sonora. Esta última es un detalle magnífico, puesto que viene presentado en forma de reproductor de música antiguo y seremos nosotros quien debamos escoger la canción apropiada en cada momento.

El juego entero confía en estos pequeños detalles constantes que juntos hacen una experiencia muy bien pensada. Aunque no sea más que un RPG de corte clásico, con sus pociones, habilidades y magias, en el fondo estamos gestionando un escritorio. Y eso es algo que realizamos cada día. Gestionar la cantidad de pestañas abiertas, manejar la disposición, arrastrar, redimensionar, clic derecho…

Acciones cotidianas que ahora las realizamos para hacer que nuestro héroe avance por una mazmorra en lugar de por motivos de trabajo. Kingsway nos coloca en un entorno la mar de familiar pero sustituye todos los elementos con gran tino para aportar una serie de ideas divertidas. Desde el carrito de la compra para las tiendas de la aldea hasta las notificaciones de escritorio para avisar de las misiones.

Es un juego tremendamente sencillo y rejugable, que además pesa a penas 100MB. A si que los que tenéis un ordenador poco pudiente con una mala conexión a Internet podéis estar tranquilos. Vais a poder disfrutar de esta propuesta tan imaginativa y adictiva sin ninguna complicación. Además del Game Pass para PC, Kingsway también está disponible para Steam por un precio de 10€ que los vale con creces.

Lonely Mountains: Downhill

Hace no mucho presencié una torpe discusión en un foro donde cinco o seis personas debatían sobre juegos independientes. Uno alegaba que no eran más que títulos para “gafa pastas” que van de intelectuales, concluyendo que el estilo pixelado o low poly solo sirve para llamar la atención. A este amable usuario me gustaría estamparle en la cara este juego con todo mi cariño.

Lonely Mountains: Downhill pone el minimalismo al servicio absoluto de las mecánicas. Es low poly no solo por un motivo estético, es que tiene que ser de esa manera para poder transmitir lo que propone. Un viaje inmersivo, desafiante y tremendamente satisfactorio al mismo tiempo. Una propuesta clásica presentada de la mejor forma posible.

En el corazón es un juego de trial bastante competente, donde el control se siente pulido y la sensación de ir montaña abajo da vértigo y emoción a partes iguales. Pero todo eso nos viene envuelto en un aura de detallismo con una particular belleza y un diseño de niveles excepcional.

Mención aparte merece el sonido, que logra realizar una suerte de ASMR que sorprende por lo relajante que resulta. Mezcla los sonidos ambientales propios de una montaña con el chasqueo de la bicicleta y el satisfactorio sonido de las frenadas. Si esto lo combinamos al feedback que genera la vibración del mando, es un cóctel perfecto de sensaciones.

Adornando este pastel tenemos una serie de desafíos de velocidad, rutas alternativas para descubrir y demás objetivos que desbloquearán trajes y bicicletas adicionales. Aunque nada de esto es importante en el fondo. No son más que excusas para que repitamos los niveles una y otra vez. Aunque para mi todo es no es necesario. La elección de los caminos, los atajos secretos y el cuidado diseño de los ambientes son más que suficientes para hacer que vuelva una y otra vez a sus caminos.

Nunca he sido fan de los juegos de trial. Pero Lonely Mountains: Downhill convierte el desafío de bajar una montaña en un cúmulo de sensaciones agradables que te hacen querer repetir una y otra vez. Puede que a priori parezca un juego simple, pero estoy convencido de que más de uno se llevará una grata sorpresa.

Pikuniku

Pikuniku es de esos juegos que no se pueden definir. Bueno, si se puede. Es un juego de puzles y exploración en dos dimensiones. Donde deberemos hablar con aldeanos para resolver sus quehaceres. Esto lo haremos a través de pequeños minijuegos, fases de plataformas y sencillos rompecabezas. Pero esta definición no le hace justicia a Pikuniku. Porque el corazón de este juego lo forman sus chistes.

Estamos ante esa clase de juegos que vives con una sonrisa en cada partida. Que no tratan sobre el qué si no el como. Es una tormenta de ideas constantes donde cada nuevo concepto es más absurdo que el anterior. Y ahí radica lo bonito de este título. En que nunca sabes que te va a esperar unos pasos más allá.

Todo esto no sería posible sin el ambiente que lo envuelve. Sus sencillas formas y su colorida paleta crean un paisaje sencillo pero carismático que nos hace sentir en el episodio de algún dibujo animado. Incluso el sonido toma una parte fundamental en este teatro cómico, desde su alegre banda sonora al ruido que hace nuestro personaje al andar o los ruidos de los girasoles al ser golpeados.

Pikuniku busca que desconectes un momento y que comiences a fluir. Su curioso tratamiento de las físicas hace que todo sea más divertido todavía. Estamos ante una comedia situacional, con tintes de humor japonés absurdo al más puro estilo Bobobo y que de fondo hace una crítica al capitalismo de forma sublime. Si con estos ingredientes no os animáis a probarlo, yo mucho más no puedo hacer.

De todas formas, puedo entender que no sea un juego para todo el mundo, y eso está bien. Creo que nunca ha pretendido serlo. Pero si ya tenéis este servicio, os recomiendo simplemente probarlo durante un rato. Si en 1 hora ha conseguido sacaros un par de sonrisas, entonces ya estáis dentro. Y si no os atrapa, pues eso que os habéis llevado. Que en estos días tan grises, el humor es más importante que nunca.


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