Últimamente vemos como hay una tendencia a mostrar y representar sentimientos, enfermedades o estados de ánimos que tiempo atrás han sido un tabú para la sociedad. Hablo de juegos como Sea of Solitude o Gris que basan su estructura narrativa en reflejar de una manera clara el proceso interno que atraviesa una persona en estas condiciones. The Last Waywalker quiere coger ese relevo, hacerlo suyo, y darle un punto de vista totalmente diferente. La depresión existe; voy a enfrentarme a ella.
Personalmente The Last Waywalker ha sido una sorpresa para mi desde el minuto cero. Llamar la atención con un par de imágenes promocionales del juego es una virtud que muy pocos proyectos han llegado a conseguir. El apartado artístico, jugando con blancos y negros, fue lo primero que me hizo interesarme; saber que es un boss rush (un título basado solo en el enfrentamientos con jefes finales) fue lo segundo.
Gabriel Jiménez ha querido trasmitirnos como una persona real, como tú o como yo, puede utilizar sus propias defensas para superar cada una de las fases de una depresión grave. El personaje en blanco representa un lienzo para nuevas etapas y oportunidades mientras que los avatares en negro están apagados y sin motivación alguna. Las fases de la depresión se ven representadas por jefes finales que tendrán sus propios ataques y de los que tendremos que ir aprendiendo.
La mecánica principal del juego reside precisamente en este punto: aprender a usar nuestra defensa. Dependiendo de la dirección a la que apuntemos con nuestro stick derecho nuestro personaje se pondrá de un color determinado. Si el color coincide con el color del ataque del enemigo no pasará nada pero si no… ya os imagináis. Esto puede parecer muy sencillo pero está diseñado para que tengamos que aprender patrones y repetir una y otra vez como simbolismo de lo duro que es pasar cada una de las fases. Es un verdadero reto tener que hacer concidir el color para atacar, para defenderse y moverte… todo esto sin morir. Desafiante a la vez que adictivo tengo que añadir.
The Last Waywalker tiene todo lo necesario para ser un gran juego. Lo primero es un transfondo que intenta exponer una realidad como es la confrontación de la depresión desde el punto de vista de alguien que la sufre. Segundo, una mecánica con la que tendremos que adaptarnos a cada jefe igual que una persona tiene que adaptarse a cada fase de la depresión. Sin duda esperamos ver más sobre este curioso proyecto que, dejando a un lado el apartado músical, ha sido creado por completo por Gabriel Jiménez Cabrera. Y eso es digno de un gran aplauso.
¡Mucha suerte con el proyecto!
Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira. Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos... por lo que de mayor ¡quiero ser un gran pirata!.
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