Ayer, como es ya costumbre desde hace varios años, abrió la ceremonia de los Game Awards 2020 con el anuncio de que Sephiroth sería el nuevo personaje de Super Smash Bros. Uno de los momentos más esperados por la audiencia se despachó nada más empezar el evento, en el momento, imagino, que de máxima audiencia a nivel mundial del evento por el tema horario. Y es que, desde hace ya algún tiempo, el evento se ha centrado más en ser como una especie de certamen complementario al E3 en el que, al igual que en este, gran parte del público viene a conocer las novedades del mundo del videojuego.
Precisamente, en un año marcado por la falta del propio E3, se nota todavía más si cabe el especial ímpetu que ha puesto Geoff Keighley por congregar al mayor número de caras conocidas, para mostrar el mayor número de “World premieres” posible. Y este es un formato que no me acaba de convencer. Hace ya algún tiempo que me chirría el hecho de que una gala creada para premiar al videojuego en todos sus ámbitos se centre en mostrar “que será lo próximo”, como si el camino que hemos recorrido durante todo el año sólo merezca una mención de pasada y listo. “Si si, lo pasamos bien, pero mira el nuevo tráiler de este juego, que con este te lo pasarás mejor”.
Un error de formato en los Game Awards
Y es que ese quizá es el punto en el que más se coincide al mostrar un desacuerdo con la gala de ayer: el tempo del programa. A excepción del gran premio de Game of the Year y de un par de excepciones más, el resto de premios se desvelaron de manera acelerada, como si no tuvieran tiempo para pararse a premiar o para entretenerse con discursos. Momentos en los que Geoff se ponía delante de la cámara y anunciaba tres o cuatro ganadores de premios de golpe, sin ni siquiera ver en pantalla a la gente detrás de los juegos ganadores. Este es un formato que llevamos años viendo, pero que desde el inicio no acaba de convencerme por el hecho de que no se le da espacio a toda esa gente que ha ganado un premio a todo ese esfuerzo realizado.
Al parecer, el tiempo era limitado, había muchas novedades que mostrar, y eso no es malo per se, pero en el momento que puedes detenerte hasta 4 veces para anunciar un filtro de Instagram de los Game Awards o hacer publicidad de Pokémon GO, pero no tienes tiempo para ver la reacción o el discurso de agradecimiento de los ganadores de premios como “mejor juego de acción”, «mejor dirección artística» o “mejor juego de lucha”, para mi hay un problema en el formato.
Los grandes premios… ¿del videojuego?
Precisamente los Game Awards se crearon para dar espacio a toda esa gente que, día tras día, trabaja tan duro y pone todo de ellos mismos para crear videojuegos cada vez mejores. El foco debería estar en el hecho de premiar el esfuerzo y la originalidad, gran parte de la gala debería dedicarse a dar las gracias por todas las horas que esos videojuegos nos han ayudado, y más en tiempos como este, a ponerle color a nuestros días. Por eso, a pesar de que fue una gran gala la vivida anoche, me entristece un poco cuándo no hay tanto espacio para premiar a la industria y si para anunciar lo que vendrá a continuación.
The Last of Us Part II ganó un merecido premio como Juego del año, pudimos ver la vuelta de Josef Fares a los Game Awards, escenario donde protagonizó la icónica frase de “Fuck the Oscars”, tuvimos muchas sorpresas como el anuncio de un nuevo Perfect Dark, Ark 2 o ver, por fin, el nuevo Dragon Age o el esperado mapa de Among Us. Grandes momentos que muchos disfrutamos ayer en directo y que nos darán que hablar durante mucho tiempo, pero quizá la gala de los Game Awards no se concibió para eso.
Más participación de la industria
Me hubiera encantado que en lugar de estrellas de cine como Brie Larsson, Gal Gadot o Christopher Nolan, los premios los hubieran entregado más gente del propio corazón de la industria del videojuego, como Reggie Fils-Aimé, y me habría encantado no tener que buscar quién ganó el premio al mejor juego debut porque no se le dio la suficiente importancia en pantalla o porque se le pasó demasiado por alto.
Ayer, como es ya costumbre desde hace varios años, cerró una ceremonia de los Game Awards con otro GOTY entregado a un gran juego, se generará debate sobre si lo merecía ese título u otro y todo el mundo comentará las novedades que han mostrado, pero cerrará con un sabor agridulce sobre si esa dirección es la correcta. Sin lugar a dudas todos queremos ver novedades y todos queremos ver lo que vendrá, pero una gala de premios debería poner su foco en otros puntos. Vivimos una gran noche, y espero que las mejores todavía estén por llegar.
Un mono entre monos.
Jugando desde los 8 años y hasta que vuelva a tenerlos.