6 abril 2018

Análisis | A Way Out

By In Análisis, Destacado, Noticias

Las aventuras gráficas han evolucionado bastante desde la época dorada allá por los 80 y 90 pasando por cambiar el 2D por el 3D y el cursor/verbos de acción por el movimiento y la interacción. Tenemos muchos ejemplos de como se ha ido dejando de lado los puzles y la dificultad de los mismos por una gran carga narrativa haciendo participe al propio jugador de la historia y la resolución de la misma. Y aquí es donde entra A Way Out donde nos encontramos con un juego donde no sólo hace participe a un jugador si no a dos, obligándoles a interactuar si quieren llevar a buen puerto la historia.

En compañía mejor

A Way Out se presenta como una aventura de acción donde su principal característica es la obligatoria cooperación con otro jugador para poder avanzar. El juego está planteado desde el minuto uno para que los dos jugadores tengan que cooperar de una forma bastante ingeniosa. A diferencia de otros juegos cooperativos, en los que sólo vemos lo que hacemos con nuestro personaje en este juego, aunque juguemos online con otro amigo, tendremos en todo momento pantalla partida como si de un cooperativo local se tratase. Esto nos da la posibilidad de ver, no sólo la acción que transcurra alrededor, si no también la de nuestro compañero teniendo toda la información en todo momento.

Esta mecánica se utiliza durante todo el juego teniendo momentos en el que la pantalla se hará más grande o más pequeña dependiendo de la necesidad de la acción e incluso, en ocasiones, sólo veremos el punto de vista de uno de los personajes. La manera en la que lo han integrado es muy fluida y en ningún momento se vuelve un problema, al revés, tiene momentos en los que el cambio de perspectiva o el poder ver lo que hace el compañero se convierte en una manera más de descubrir la historia.

Dos presos y un destino

La historia de A Way Out podría ser la típica historia de película americana donde dos presos que al parecer no tienen nada en común al final acaban trazando un plan milimetrado para escapar de la cárcel, y así, poder terminar asuntos pendientes que dejaron antes de entrar. La ambientación y filtros que utiliza el juego en seguida nos hace recordar a películas como «La fuga de alcatraz» o a series como Prison Break lo que hace que la trama del juego no nos suene extraña y nos resulte extrañamente familiar.

Cada jugador maneja a uno de los presos teniendo estos diferentes aptitudes y habilidades que, a decir verdad, no influirán sobremanera en la historia. Por un lado nos encontramos con Leo, un hombre con un temperamento fuerte y que no tiene problemas en ensuciarse las manos para conseguir lo que necesita. Y por otro tenemos a Vincent, un hombre más calmado y sereno que acaba en la cárcel por un crimen que, según él, no cometió. Ambos tienen un punto en común que descubrirán con el paso de la historia: el mismo hombre les vendió para dejarles en la cárcel. A partir de ese momento los dos personajes unirán fuerzas movidos por la venganza. Lo que pasa después… tendréis que descubrirlo vosotros mismos.

Cooperación como modo de vida

A Way Out nos ofrece la misma experiencia que cualquier aventura gráfica moderna como podría ser Heavy Rain, Beyond o cualquiera de Telltale pero lo que la hace diferente es la cooperación entre los jugadores donde la interacción para superar diferentes obstáculos es constante. Estos eventos se resolverán de forma sencilla apretando un botón rápidamente, pulsando ciertos botones en el momento exacto o acertando con una bolita en una zona exacta. En el caso de que superemos con éxito estos eventos realizaremos la acción concreta pero, si no lo conseguimos, no tendremos ninguna penalización. Aquí es donde el juego tiene un punto flaco ya que, nuestras acciones y fallos, no tendrán repercusión en la historia: si fallamos, reiniciaremos el evento y lo volveremos a intentar incluso en los momentos más cruciales de la historia.

Igual que «no podemos fallar» tampoco «podemos morir«. En A Way Out no hay manera de morir (y no será por veces que podría suceder). Si en algún momento morimos, el juego se reiniciará en un punto de control y seguirá tal cual. Esto al final hace que no tengamos la tensión por no fallar, sabiendo que si en algún momento no nos sale algo, simplemente reiniciamos y volvemos a seguir. Una opción de resolver esto hubiese sido con algún tipo de penalización, como ocurre en Heavy Rain, dañando a los personajes o añadiéndoles un handicap que hubiesen mejorado la profundidad del juego.

Una historia partida… en dos pantallas

Si algo hay que otorgar a este juego es que han sabido exprimir de una manera lógica y coherente el uso de la pantalla partida para contar la historia. Serán muchos los momentos en los que, aún estando en la misma habitación, tendremos que atender a situaciones diferentes que sólo será posible si nos fijamos en ambas pantallas. Y lo mejor es que, cuando la acción requiere centrar el foco en un personaje en concreto, no tienen reparo en hacerlo, dejando a un jugador a la espera de que vuelva el foco; tiempo que puede se aprovechar para ayudar al compañero avisándole de peligros u simplemente soltando el típico «eso yo lo haría mejor» (todos tenemos ese amigo).

Las escenas de acción y tensión se irán sucediendo una tras otra marcando muy bien los tiempos en contraposición de las escenas tranquilas que nos explicarán la historia. Serán muchas las situaciones en las que tendremos que cooperar de manera directa, bien sea en situaciones de conducción/disparos, coordinándonos para manejar una barca o apoyando nuestras espaldas para subir por un pared vertical. Todas requerirán que estemos en contacto con nuestro compañero y nos pongamos de acuerdo para resolverlas de la manera correcta.

Huir es la única opción

La historia que nos cuenta A Way Out necesita momentos para entender las decisiones y las convicciones de nuestros personajes dándonos tiempo a que cada uno cuente su propia historia personal. Tendremos momentos en los que nosotros mismos decidiremos como queremos que la historia transcurra pero esto, una vez más, se reduce a decidir dos opciones: por la fuerza o dialogando sin más profundidad que la propia decisión.

 

También contaremos con varios eventos que podremos hacer por los escenarios, desde pequeños minijuegos como jugar a los dardos o batear hasta la posibilidad de hablar con diferentes personajes para descubrir datos interesantes.

Destacar la música del juego que, si bien no es algo que destaque sobre manera, cumple la función exacta, disfrutarla de fondo mientras escuchamos diálogos o buscamos la forma de continuar y ponernos tensos cuando hay escenas de persecuciones o acción otorgándoles mucho más énfasis.

Salir será el menor de nuestro problemas

A Way Out ha conseguido dar con la tecla exacta para crear una buena aventura de acción cooperativa donde ninguna de las dos partes sobra y se necesita una a la otra. Un videojuego que tiene un guión digno de un thriller donde estaremos agarrados al mando desde el minuto uno con una mecánica bien implementada, como es la cooperación a pantalla partida, y un guión que crea una buena atmósfera hacen de A Way Out un juego imprescindible para los amantes de las aventuras.

Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira. Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos... por lo que de mayor ¡quiero ser un gran pirata!.

Written by Adrián Fitipaldi

Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira. Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos... por lo que de mayor ¡quiero ser un gran pirata!.

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