Para entender esta historia primero tenemos que aclarar algunos acontecimientos que se dieron muchísimo antes si quiera de que Kratos naciese. Nos remontamos a la época en que sólo existían los titanes, elementos puros que vagaban por la tierra dándola forma y llenándola de vida. Cronos, uno de los primeros titanes y símbolo del tiempo, tenía descendientes con algunas mortales. Estos pequeños retoños eran la mezcla perfecta: tenían los poderes de un titán pero con la forma y tamaño de un humano. Cronos no se estaba dando cuenta en ese momento pero estaba engendrando lo que tiempo después sería la condena de los titanes: estaba engendrando dioses. Cronos se dio cuenta del poder de aquellas criaturas y, viéndose amenazado, decidió comerse todos y cada uno de los hijos que tuviera pero, en una de las ocasiones, el amor de una madre pudo frente al miedo que infundía aquel titán y en un astuto movimiento cambió a su bebé por una piedra.
Cronos no notó la diferencia y no se dio cuenta del engaño y, aunque lo hubiese hecho, el pequeño ya estaba muy lejos. Este bebé acabó siendo criado por Gaia el cual le puso el nombre de Zeus y cuando este creció se reveló contra los titanes liberando a sus hermanos Hades y Poseidón. Con esta acción se inició la primera rebelión contra los titanes haciendo que los dioses se adueñaran del mundo y encadenando a los titanes en lo más profundo del infierno.
En un mundo ya dominado y controlado por los dioses y donde los titanes son poco más que criaturas mitológicas nace Kratos. La aldea dudaba de la reputación de la madre ya que, tanto Kratos como su hermano Deimos, son bastardos. Esta situación hace que la reputación de su madre sea bastante mala en la aldea hasta tal punto que la obligan a exiliarse encontrando refugio en Esparta. Allí Kratos y su hermano crecieron sobreviviendo a los soldados espartanos que intentaban reclutar a todo aquel joven capaz de empuñar un arma. Un día mientras los dos hermanos entrenaban aparecieron dos entes oscuros montados en centauros que raptaron a Deimos.
Este movimiento estaba planeado ya que Deimos tenía unas marcas de nacimiento que, para aquellas misteriosas figuras, indicaban que ese mortal acabaría con todo el universo. Kratos no pudo hacer nada por evitar que uno de los entes se llevase a su hermano mientras el otro le pedía perdón. Estas extrañas figuras eran dos dioses bajados del mismísimo Olimpo, Ares y Atenea. Ares encerró al hermano en el reino de la muerte bajo la vigilia del propio Hades quien le atormentaba día y noche sin descanso. La única esperanza de Deimos era pensar que Kratos le rescataría pero con el paso de los años su esperanza se desvaneció y terminó por resignarse al pensar que su hermano se había olvidado y le había dado por perdido.
En ese tiempo Kratos creció y se convirtió en un hábil guerrero liderando su propio ejército y ganando todas las batallas en las que estaba presente. Al contrario de lo que pensaba Deimos, Kratos no olvidaba a su hermano y, por esta razón, se tatuó las mismas marcas de nacimiento del hermano, como símbolo para recordar el momento que le marcaría para el resto de sus días.
La rabía y la ira que Kratos albergaba en su interior era conocida por todos los reinos. Allí donde pisaba infundía terror y desesperación a partes iguales; aunque había una persona a la que no infundía ese miedo: su esposa. Ella era la única que intentaba frenar la ira desmedida de Kratos pero este, ciego de poder e ira, seguía arrasando allá por donde iba en nombre de Esparta.
En las historias todos los grandes héroes tienen un punto flaco, un talón de Aquiles; Kratos lo encontró cuando se enfrentó a los bárbaros. El ejército superaba con creces en número a los espartanos y Kratos, poco a poco, vio como su ejército se iba mermando. En un momento dado Kratos fue vencido por el jefe bárbaro y, cuando iba a recibir el golpe de gracia, pidió ayuda a Ares. El trato era simple: la victoria por su alma. Ares aceptó esta ofrenda, en parte porque Kratos era un gran activo en sus filas y en parte porque conocía la relación de este con Deimos. El plan de Ares era entrenar a Kratos para que fuese el soldado perfecto, así que, además de procurarle la victoria le hizo un valioso regalo: las espadas del caos. Estas se fundieron a sus brazos de manera permanente y otorgándole poder sin igual. Ares sabía que iba a salir ganando de este particular trato y, en poco tiempo, vio como la furia y la brutalidad de Kratos aumentó siendo el soldado perfecto.
Tanta era la obsesión de Ares con Kratos que quería que fuese más que perfecto así que le ordenó arrasar un pueblo donde se hacían ofrendas a Atenea y, aunque tuvo una advertencia bastante reveladora sobre las consecuencias de sus actos, Kratos hizo caso omiso e hizo lo que mejor sabía hacer: asesinar y arrasar con todo. Pero esto no era más que la prueba definitiva de Ares y Kratos cayó totalmente en la trampa cegado por la sed de sangre y la ira. Pudo parar, pero no lo hizo; tuvo advertencias pero no las escuchó; tuvo un palpito pero miró para otro lado. Y al final, sin darse cuenta, Kratos había asesinado a su mujer y a su hija que habían sido puestas allí mismo por el propio Ares. Con esto el dios de la guerra quería despojar a Kratos de todo lo que le ataba a su humanidad quería un soldado perfecto, sin sentimientos ni remordimientos; pero logró todo lo contrario.
Como penitencia por sus actos, una hechicera, le pegó las cenizas de su familia al cuerpo confiriéndole el aspecto pálida que tiene durante toda su aventura. Por su aspecto, y por sus acciones, se le empezó a conocer como el fantasma de Esparta, el guerrero que había sido capaz de matar a su familia con tal de llevar conseguir la victoria. Lo que la gente no sabía es que, las motivaciones de Kratos, no eran las de seguir conquistando, ni las de llevar la gloria en nombre de Esparta: su única misión era vengarse del dios que le había traicionado.
Desde el día en que Kratos mató a su familia las visiones de aquel mismo instantes se repiten una y otra vez. Atormentado Kratos busca una solución y esta pasa por matar a las tres furias. Estas furias son seres que se encargan de dar juicio tanto a criminales como a dioses, sin distinción alguna. Kratos piensa que, eliminando a estos seres, eliminará las visiones juiciosas que le están provocando las furias. En el camino, casualmente, nos encontraremos con el que será el único apoyo de Kratos en esta aventura: Orkos. Este hombre es hijo de Ares y de la reina de las furias por lo que, en seguida, llama la atención de Kratos. Orkos le explica a Kratos que, por su propia naturaleza mitad dios mitad furia, es un elemento fundamental en los planes de Ares para hacer caer al Olimpo. Aunque, si Ares todavía no lo había conseguido, es porque Orkos al conocer los planes que tenía su padre para él, intentó poner todas las trabas posibles para que, ni Ares ni la reina de las furias, pudiesen llevarlo a cabo. Orkos también es la clave para romper el pacto entre el fantasma de Esparta y Ares ya que guarda en su interior ese acuerdo.
Finalmente Orkos entiende que, para poder ayudar a Kratos y que este acabe con Ares, tiene que sacrificarse, algo con lo que Kratos no está de acuerdo. Al final Kratos accede siendo él mismo el que le de muerte y ahora, con un Kratos totalmente liberado de este acuerdo con Ares, puede seguir con su objetivo, no sin antes visitar su antigua casa y quemarla entera, simbolizando la intención de olvidar el pasado y ponerle remedio.
En su viaje Kratos decide pedir ayuda a los demás dioses para intentar borrar de su memoria los recuerdos que le atormentan de su familia. Los dioses llegan a un acuerdo con el propio Kratos: él les presta su servicio como guerrero del Olimpo y ellos le ayudan con las visiones. En uno de los encargos Kratos tiene que defender una ciudad que está siendo asediado por los persas ayudados por el Basilisco. En el fragor de la batalla, y habiendo derrotado al basilisco, Kratos ve como el sol se desploma ante sus ojos dejando al mundo entero en penumbra. Atenea consigue contactar con Kratos para decirle que Helios se ha caido de su carro y tiene que encontrarlo, pues que Morfeo se está haciendo fuerte y, si consigue reponerse por completo, la humanidad no volverá a despertar.
Kratos consigue hacerse con el carro de fuego de Helios y lo utiliza para llegar hasta el infierno donde encuentra a Calíope, su hija, la cual le lleva directamente hasta que Persefone, la esposa de Hades. Esta le libera de sus armas y, después de dejarle ver a su hija, le cuenta que la caída de Helio ha sido cosa suya y de Atlas para destruir el pilar del mundo.
Tras esto Kratos, en su papel de defensor del Olimpo, se enfrenta a Persefone siendo la diosa la primera victima de Kratos. El segundo implicado en esta conspiración, Atlas, es condenado a sostener el pilar que había destruido por el resto de los tiempos. Al despedirse de él, Atlas le promete a Kratos, que se volverán a encontrar y que la próxima vez será el propio Kratos el que sostendrá el pilar.
Tras estos acontecimientos Kratos sigue exigiendo a los dioses que pongan fin al tormento que le persigue exigiendo a la propia Atenea que le libere ya que considera que ha pagado con creces sus pecados. Atenea le pide un último encargo y es que, ante la imposibilidad de los dioses por frenar a Ares ya que no pueden pelear entre ellos, sea el propio Kratos el que mate a Ares y pare la ola de violencia y destrucción en la que se ha sumido.
Kratos, siendo este su principal objetivo, accede a ayudar a los dioses poniendo como único requisito su absolución. Llegados a este punto Kratos se plantea la manera de matar a Ares. Recordemos que Ares es un dios y Kratos, por muy habilidoso con las armas que sea, sigue siendo un humano. Para conseguir la fuerza necesaria para matar a dios Kratos deber encontrar la caja de Pandora, la cual alberga el poder necesario para poder matar a Ares.
La caja de Pandora está dentro de un templo el cual lleva a cuestas el titán Cronos que ha sido condenado por Zeus a vagar por el desierto. Después de eludir mil y un peligros, trampas y derrotar a todos los enemigos que habitan este templo, Kratos, consigue llegar hasta la caja de Pandora pero no contaba con que Ares se daría cuenta. Con todo el poder que le otorga ser dios de la guerra, Ares lanza una estaca que cruza todo Atenas y llega hasta el templo, empalando a Kratos contra la pared y llevándose la caja de Pandora hasta Atenas. Kratos tiene que volver del inframundo y, ayudado por un misterioso personaje, consigue llegar directamente a Atenas para poder abrir la caja y enfrentarse al mismísimo dios de la guerra. La batalla tiene momentos en los cuales Kratos parece darse por vencido pero, con ayuda de los dioses, consigue vencer a Ares revelándole, con su último aliento, que todo cuanto hizo fue para formar a Kratos como el guerrero perfecto.
Kratos, cansado y abatido, vuelve a pedirle una vez más a Atenea que le libere de sus tormentos pero esta, sin un ápice de misericordia, le dice que lo que le pide a los dioses es imposible. Nada ni nadie puede borrar los recuerdos y las brutalidades que hizo en un pasado. Kratos se ve sin salida, utilizado por los dioses, siendo la herramienta de los mismos durante años para nada. Decide subir al monte más alto y tirarse con una de las frases más conocidas de la saga. «Los dioses del Olimpo me han abandonado. Ya no queda esperanza». Kratos intenta suicidarse pero Atenea lo vuelve a traer a tierra. Esta le dice que aunque no puedan borrarle los recuerdos que le atormentan pueden darle una recompensa por todo lo que ha hecho por ellos: convertirse en el nuevo dios de la guerra.
Como nuevo dios de la guerra, Kratos empieza a recibir otro tipo de visiones extrañas. En estas nuevas visiones puede ver como su madre y su hermano le piden ayuda así que decide emprender un viaje en busca de ambos. Este viaje le lleva hasta la ciudad de Atlantis donde encuentra a su madre. La alegría no le dura mucho ya que está en su lecho de muerte. La mujer le habla de su hermano Deimos quien está todavía encadenado en el reino de la muerte. La madre le advierte que le queda muy poco tiempo y que todo había sido orden del padre de ambos el cual le revela a Kratos en un imperceptible susurro. Kratos emprende un viaje en busca de su hermano el cual encuentra y libera pero, el rencor acumulado por el hermano, hace que este ataque a Kratos con violencia, hasta que Tanatos, el dios de la muerte, los vuelve a separar. La acción de Tanatos tiene un por que y es que, Kratos en el transcurso de la búsqueda de Deimos, mata a la hija de Tanatos.
Tanatos deja en el borde de un acantilado a Deimos obligando a Kratos a correr para rescatarlo. Ambos tienen una charla en la que Kratos le explica todo lo que ha ocurrido durante los años que ha estado encadenado. Deimos comprende la situación y le ofrece su ayuda a Kratos para enfrentarse al que tanto años le estuvo torturando: Tanatos. Durante la batalla, Tanatos, visto el poder que tenían los dos hermanos en conjunto, se convierte en un gran demonio y consigue agarrar a Deimos y aplastarlo contra una pared. Esto hace estallar la ira de Kratos que, finalmente, consigue matar a Tanatos.
Con el cuerpo de su hermano en los brazos decide darle sepultura pero, antes de que lo entierre, aparece el misterioso hombre que ayudó a Kratos a salir del inframundo. Este le dice que le deje encargarse de todo. Kratos dudando del sospechoso hombre finalmente accede. Una vez más, Kratos, atormentado por la pérdida de todo lo que se podría llamar familia piensa nuevamente en el suicidio. En el último momento se arrepiente y se replantea en que se ha convertido sabiendo que tiene el poder de un dios entre manos, aunque aún no lo sea. En ese momento aparece Atenea para otorgarle el poder que le falta para completarle como dios pero Kratos reacciona apartando a Atenea y jurando que los dioses pagarán por todo lo que le han hecho.
Desde ese momento Kratos, asentado en el trono como dios de la guerra, se vuelve mucho más oscuro y sanguinaria que antaño. Utiliza su posición como dios de la guerra para vengarse de los dioese enviando a todas sus tropas a la guerra, saqueando y matando allá por donde pasan. Los dioses no podían hacer nada contra Kratos ya que, como pasó en su momento con Ares, no pueden pelearse entre sí. En la batalla por la conquista de Rhodas su ejercito le pide ayuda y él, con su forma de dios baja a la tierra. Es aquí cuando los dioses tienden una trampa a Kratos despojándole de sus poderes y dejándole de nuevo como un simple mortal. Zeus, que ya tenía todo pleneado, le da a Kratos la hoja del Olimpo una espada que tiene truco. Kratos, sin saber las intenciones de los dioses contra él, acepta la espada y esta le despoja de todos sus poderes. Es aquí cuando Zeus pide a Kratos que pare y que se una a ellos y ante la negativa del fantasma de esparta. Zeus mata sin compasión a Kratos. Al morir Kratos va directamente al inframundo pero, antes de que caiga, la titánide Gaia, lo intercepta. Gaia le cuenta la historia sobre la guerra entre dioses y titanes y le pide a Kratos que les ayude a derrotarlos. Kratos, viendo que tienen un enemigo común, acepta.
Para recobrar sus poderes tendrá que visitar a las hermanas del destino, seres que albergan el poder de controlar el tiempo y conocer el destino de todo ser. En su camino se cruza con Atlas y Kratos decide contarle su plan de derrocar a los olímpicos, plan que, en su momento, era el de Atlas. Aún resentido con Kratos, accede a enviarle directamente con las hermanas del destino y, después de un duelo con ellas, obtiene el poder de viajar a través del tiempo. Sin dudarlo Kratos viaja directamente hasta el momento en el que Zeus lo está matando. La lucha no dura mucho ya que Zeus transporta a ambos hasta el mismisimo Olimpo. Allí, Zeus, despliega todos sus poderes de dios y, Kratos superado por tal poder, decide rendirse y que Zeus acabe con él. Esta decisión no es más que un truco de Kratos para que Zeus baje la guardia y, en el momento en el que se acerca, Kratos asesta varias estocadas a Zeus dejándole a punto de la muerte. Cuando Kratos decide asestar el golpe final Atenea se interpone recibiendo el golpe y dando oportunidad a Zeus para poder huir.
Kratos nunca quiso matar a Atenea ya que, de todos los dioses del Olimpo, es la única que mostró algo de piedad por el espartano. Mientras Atenea se desangra le cuenta a Kratos que si Zeus muere el Olimpo será destruido con todo lo que eso conlleva. Además le dice una frase reveladora que Kratos comprenderá en seguida: «un hijo no puede matar a un padre». Kratos comprende al fin que, las palabras que le susurró su madre, son totalmente ciertas y que, Zeus padre de todos los dioses, es en realidad su padre. Nublado por la ira y la sed de venganza contra Zeus, Kratos decide volver a retroceder en el tiempo hasta el punto donde los dioses se revelan contra los titanes y así, uniendo sus fuerzas, darles una segunda oportunidad contra los dioses.
Una horda de titanes se dirige directamente al monte Olimpo liderados por Gaia y ayudados por Kratos. El primer dios que planta cara a Kratos es Poseidón que, tras una pelea bastante intensa, muere a manos del fantasma de esparta. Al morir se puede ver una de las primeras consecuencias que acarrea matar a un dios: las aguas se descontrolan inundando ciudades enteras debido a que Poseidón no las controla. Kratos y Gaia consiguen llegar a la cima y enfrentarse a Zeus el cual, sin mucho esfuerzo, los lanza fuera del monte Olimpo. Gaia consigue agarrarse a un saliente y salvar a Kratos pero en el último momento decide deshacerse de él diciéndole que esa guerra no es la suya y que ya no es necesario, dejándole caer al vacío. Una vez más Kratos es traicionado por una deidad y una vez más su ira vuelve a estallar. El espartano cae tanto que llega hasta el inframundo donde se encuentra con el espíritu de Atenea. Esta le cambia las espadas del caos por las del exilio y le revela que, para matar a Zeus, tendrá que apagar la llama del Olimpo.
Intentando salir del inframundo Kratos se cruza con Hades. Al ser derrotado el mundo vuelve a sufrir la consecuencia: libera todas las almas del inframundo y se desata el caos. Otro personaje con el que se cruza es Hefesto dios del fuego y de la forja, el cual le pide que busque a su hija Pandora. Kratos, conmovido por su lado más paternal decide ayudarle y, usando el alma de Hades activa el portal de Hyperon, un portal capaz de transportar a cualquier persona. Kratos vuelve al monte Olimpo donde se encuentra con una Gaia en apuros. Esta le pide ayuda pero Kratos, después de sufrir la traición por parte de Gaia, decide cortarle la mano con la que está sujeta al monte haciendo que caiga al vacío.
El siguiente dios en el camino de Kratos es Helios el que antaño habíamos tenido que rescatar de las manos de Persefone. Kratos derriba su carro de fuego y deja malherido a Helios. Este pide piedad, apelando a los tiempos pasados, pero Kratos hace caso omiso y le arranca la cabeza obteniendo el poder de la luz de Helios. Al matar a este nuevo dios el sol deja de brillar en el cielo y todo se vuelve oscuro como ya ocurrió tiempo atrás. Kratos consigue encontrar la llama del Olimpo la cual, en su interior, tiene la caja de Pandora. Como en otras ocasiones Kratos intenta abrirla pero el fantasma de Atenea le detiene y le explica que esa caja la hizo Hefesto. Dentro de la caja está encerrada la codicia y el odio. Este poder podría matar a toda la humanidad o incluso a un dios pero para abrirlo necesita lo que le pidió Hefesto: se necesita el sacrificio de Pandora.
Kratos vuelve a buscar a Pandora y por el camino se cruza con Hermes que, una vez derrotado, concede al espartano la habilidad de correr más rápido. También se encuentra con Hera, la mujer de Zeus, que le hace combatir contra Heracles el hermanastro de Kratos. Heracles tenía un gran resentimiento hacia el espartano por toda la gloria que había conseguido. Una vez Kratos se deshace de él vuelve a ver a Hefesto para que le cuente más detalles sobre el paradero de Pandora. Hefesto le engaña diciéndole que está en el templo de Cronos. Allí Kratos lo único que se encuentra son criaturas y peligros que podían haberle costado la vida y, una vez más, la ira descontrolado de Kratos se cobra la vida de Cronos.
Llegados a este punto Kratos pierde totalmente la paciencia y en un arrebato, mata a Hefesto y más tarde a Hera sin ningún tipo de miramiento. Tras buscar por todo el Olimpo consigue encontrar a Pandora la cual le advierte que Zeus le está buscando. Ella misma accede a indicarle el camino hasta la caja sabiendo que si la abre ella morirá. En el transcurso Kratos ve un reflejo de su hija en Pandora y, cuando ella misma está ante la caja para abrirla, Kratos la detiene. Pandora le pide que la deje marchar que su sacrificio es por un bien mayor pero aparece Zeus poniendo fin a la discusión.
Kratos y Zeus se enzarzan en una pelea épica y, mientras ambos destrozan a golpes la estructura del templo, Pandora aprovecha para acercarse a la llama y, en el momento en el que va a saltar, Kratos la detiene. Zeus aprovecha para atacar al orgullo de Kratos diciéndole que salve a Pandora, que vuelva a fallar a la humanidad igual que falló a su familia. Kratos entra en cólera, suelta a Pandora y esta se une con la llama. La explosión de esta llama deja a los dos inconscientes pero Kratos se despierta antes y abre de inmediato la caja que, para su sorpresa, está vacía.
Sin ninguna esperanza ni opción Kratos vuelve a buscar a Zeus desesperado. Le encuentra en lo alto del monte Olimpo observando el caos que ha desatado Kratos matando a cada uno de los dioses. La batalla no se hace esperar y ambos se enfrentan. En medio del combate algo les interrumpe: Gaia aparece de fondo con la intención de matar a ambos. Tras destruir la montaña en la que estaban luchando Kratos y Zeus caen dentro de la titánide y es Kratos el que encuentra el corazón de Gaia atacándolo con intención de acabar con ella. Zeus intenta impedírselo pero Kratos consigue dar una estocada mortal a ambos y matarlos.
Parecía que todo había acabado, que la misión de Kratos tocaba a su fin y que su venganza estaba completada pero Zeus no estaba dispuesto a ponerlo tan fácil y resurge como un espíritu que consigue desarmar por completo a Kratos. Zeus comienza a asfixiar a Kratos con sus propias manos y en ese momento el espartano tiene visiones de todas las aventuras que ha ido viviendo, y al final de la luz, se encuentra con Pandora. Ella le dice que el poder más grande es: la esperanza. Kratos vuelve a la realidad poseído con un espíritu que le permite vencer a Zeus el cual vuelve a su forma corpórea con el único fin de que Kratos le golpee con sus propias manos. Al morir el último dios olímpico, y padre de todos los dioses, libera un rayo al cielo devolviendo así su poder a la tierra.
En ese momento aparece Atenea para felicitar a Kratos por su hazaña y para animarle a tomar el lugar de Zeus como rey de dioses. También aprovecha para contarle a Kratos por que la caja de Pandora estaba vacía y que era lo que contenía en su interior. La caja de Pandora ya había sido abierta por el propio Kratos para derrotar a Ares desatando los poderes que contenía: los males de todo mundo. Antes de cerrar la caja Atenea también metió dentro la esperanza. Al abrir la caja los males infectaron a los dioses y la esperanza se refugió en su corazón. Por eso, al decírselo Pandora, Kratos pudo utilizar el poder que encerraba en su corazón para derrotar a Zeus.
Kratos, harto de oír historias y de ver como los dioses le habían utilizado como un peón, coge la hoja del Olimpo, amaga con matar a Atenea y, en el último momento, se clava su propia espada dejando al mundo en un completo caos.
Así es como termina la historia de Kratos, o al menos eso se pensaba ya que, al final de toda la historia, podemos ver que, donde yacía el cuerpo de Kratos, ahora solo hay un charco de sangre y un reguero que llega hasta el borde.
Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira. Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos... por lo que de mayor ¡quiero ser un gran pirata!.