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Jugar poco, hablar mucho
Por Santiago H. R. Publicado en Artículos, Opinión en 13 mayo 2020
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Jugar poco, hablar mucho. Esta es la dinámica imperante en los últimos tiempos. A todos los aficionados al videojuego nos encanta hablar de videojuegos (sin ir más lejos, esta web tiene un podcast), pero existe una diferencia entre, por una parte, el comentar la evolución, novedades, polémicas, rumores y cambios dentro del mundo de los videojuegos y, por otra parte, el hablar (u opinar) por hablar.

Estamos asistiendo a cómo se opina sobre cualquier juego habiéndolo probado de manera superficial o, directamente, no habiéndolo probado. Ejemplos los hay a patadas, y seguro que a los lectores se les ocurrirán bastantes, pero me gustaría ejemplificarlo con Death Stranding: ¿Cuántas personas lo jugaron en profundidad antes de emitir un veredicto? ¿Cuántos odiaron la última obra de Kojima sin apenas jugarlo, más allá de verlo por YouTube?

Para poseer una opinión cualificada sobre cualquier título, y cuando digo cualquiera, me refiero a cualquiera, salvo excepciones muy excepcionales (microjuegos o minijuegos, y con reservas), ha de haberse empapado uno con el juego en cuestión. Por el contrario, en cuanto es anunciado o lanzado un juego, prácticamente el que sea y tenga una mínima cobertura, muchas personas emiten sus comentarios como escopetas montadas. Disparan (opinan) primero y preguntan (juegan) después.

Esta dinámica no puede seguir así, ya que le hacemos muy poca justicia al videojuego que, cada vez más, sobre todo visto desde fuera, parece ser seguido por una miríada de niños aun por madurar o por niños grandes que jamás maduraron y no madurarán. Me da igual si estas dinámicas y actitudes están presentes entre los aficionados al cine, las series o la literatura. Mal de muchos…

Jugar poco, hablar mucho
Death Stranding cuenta con toda una legión de haters detrás que no le han dedicado un solo minuto. Hablar por hablar

Resulta tristísimo y desolador observar cómo la comunidad de videojuegos se nutre de personas que juegan poco (o nada) pero que siempre están dispuestas a emitir una opinión o a decir lo primero que se les pase por la cabeza. Sí, es cierto que existe la libertad de opinión, pero no el libertinaje para emitir cualquier opinión, máxime cuando dicha opinión no está fundamentada en una experiencia de juego previa. No tiene el menor sentido.

Soy consciente de que hablar sobre videojuegos es más fácil (y barato) que adquirir los títulos, emplear un mayor o menor tiempo en ellos, y sacar unas conclusiones y juicios razonados. La dificultad de ello, no obstante, jamás debe enturbiar los buenos razonamientos y las ya citadas opiniones cualificadas. No todas las opiniones valen lo mismo; las hay que no valen nada.

Existe la libertad de opinar, pero también existe la libertad de desechar u omitir las opiniones infundadas, de ignorar las palabras vacías. El derecho a opinar libremente está relacionado con el derecho a que te ignoren con igual libertad. Resulta, sin embargo, que cuanto más irracionales y ardientes son las opiniones vertidas, mayores son la susceptibilidad y la falta de educación de los emisores.

Un ejemplo que me llamó también bastante la atención está relacionado con el sistema de combate de Final Fantasy VII Remake. No fueron pocos los que adujeron que consistía en un machacabotones sin sentido. Pese a todo, muchos nos dimos cuenta de que, únicamente jugando la demo, la obra de Square-Enix presentaba unas batallas geniales. En efecto, el juego se lanzó y ha quedado ratificado: el sistema de combate de este título es de lo mejor que se ha hecho jamás en el género del A-RPG.

Jugar poco, hablar mucho
A Final Fantasy VII Remake se le tachó de machacabotones

Voy a seguir poniendo ejemplos para explicarlo todo de la mejor manera posible:

  • No he jugado a ningún juego principal de la saga Super Mario más de hora y media, con la excepción de New Super Mario Bros (Nintendo DS, 2006), que sí lo completé en la primera semana de julio de 2008 porque no tenía nada más con que jugar durante mismo periodo. Más allá de eso, mi experiencia es escasa, insuficiente a todas luces. ¿Qué puedo opinar de esta saga? ¿Es mala? ¿Es buena? ¿Está sobrevalorada? No lo sé, solo reconozco que no me gusta. Nada más. Mi opinión comienza y empieza ahí: Los Mario no me gustan.
  • En las últimas semanas, he estado jugando una auténtica barbaridad a Streets of Rage 4, hasta el punto de que estoy a nada de platinarlo, lo cual requiere una “materización”, un dominio del juego casi total. ¿Puede alguien darme una opinión? Por poder, puede, pero antes le preguntaré cuántas horas le ha echado, si ha probado todos los personajes, si ha conseguido pasarse el juego en Difícil o superior con una media de A en todos lo niveles, etc. De no ser así, no tendré en cuenta su opinión; y en el caso de que sea un auténtico maestro, escucharé con suma atención todo lo que tenga que decirme.

Como puede verse, el impulso por hablar u opinar de algo sin fundamento alguno es una sensación muy poderosa, lo entiendo, lo comprendo y empatizo, hasta cierto punto, con ello. Pero no lo comparto. Se nota, y mucho, cuando alguien comenta y/o habla sobre una obra cuando la ha exprimido al máximo, y aunque no esté de acuerdo con sus conclusiones, no puedo más que asentir y aplaudir metafóricamente ante un juicio excelentemente emitido. Cada vez son más raros, tan fantásticos como los unicornios.

Para hablar con propiedad sobre un título hay que jugarlo en profundidad. Jugad mucho; lo demás viene solo y cuando toca. No antes.


Jugar poco, hablar mucho
Streets of Rage 4 tampoco se ha librado de las opiniones más trasnochadas

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