12 enero 2020

Dragonborn, los gélidos reinos de Skyrim hechos Escape Room

By In Artículos

Una vez más hemos caído en las garras de Mad Mansion, viajando hasta Vitoria, para embarcarnos en la que nos prometen será una de sus aventuras más épicas. No puede ser de otra manera cuando cogemos de inspiración una saga como es The Elder Scrolls más concretamente Skyrim. En otro artículo donde os hablabamos de otra de sus aventuras (esta vez inspirada en Monkey Island) os comentaba que Mad Mansion une dos de mis pasiones: videojuegos y salas de escape. Por un lado si conoces el trasfondo, los guiños y la historia en la que está basada, es prácticamente meterte en el videojuego para vivir en primera persona la aventura. Y si no, no pasa nada, ya que la trama es lo suficientemente abierta para que todo el mundo la disfrute.

La historia arranca cuando, una vez echa la reserva, nos llega un mensaje anónimo pidiéndonos nuestra ayuda para rescatar al hijo de Einar, el tabernero de una posada en lo alto de una gran montaña. Desde que Einar perdió a su hijo está muy extraño y no ha vuelto a ser el mismo. Nuestro misión será escalar hasta lo más de alto de la montaña para conocer que pasó con su hijo y devolverlo con su padre… si no es demasiado tarde.

Tengo que volver a destacar, algo que es un sello de esta franquicia, y es el esfuerzo por meternos dentro de la experiencia que vamos a vivir. Recordemos que esto es una aventura y que nosotros vamos a ser los protagonistas. Por eso que nada más entrar el propio Einar sea el que nos recibe en su posada, con una jarra de bienvenida y nos cuente él mismo la historia, es una manera de meternos en situación; lo de tener que interactuar con él también es un gran punto que marca la diferencia y rompe una barrera que tienen las salas de escape. También el no tener una referencia visual del tiempo (algo que aplaudo) hace que nos preocupemos más de la misión que de un número en una pantalla. El interés está en vivir la experiencia completa más allá de tiempos o marcas.

Con respecto a la ambientación decir que es una de las salas más trabajadas en las que hemos podido jugar. Es díficil trasmitir todo lo que tiene la sala sin hacer spoiler pero solo os quiero decir que no vais a dejar de asombrarnos a medida que avancéis. Cuando crees que la ambientación y el decorado está bien logrado… te sorprenden con algo más espectacular aún.

Acompañando a esta ambientación van los puzles que podremos encontrar dentro de la sala. No voy a entrar en su dificultad, ya que es algo tan subjetivo como personal, per en nuestro caso no se nos hizo una sala complicada y pienso que cualquier persona podría disfrutar y salir con éxito de ella. Lo que si que quiero valorar es la elección de los puzles acordes a la temática, aunque por poner un pero, el uso y la repetición de candados similares puede llevar a error en algunos tramos.

Por último, como siempre, me gusta hablar del número de personas para que la experiencia sea lo mejor posible. En esta ocasión jugamos tres personas y creo que es el número perfecto para esta sala, por espacio y por cantidad de puzles a abarcar. No obstante la sala puede ser jugada hasta por un máximo de 6 personas aunque ellos mismos no lo recomiendan.

En resumen, Dragonborn es una gran experiencia tanto como sala de escape como homenaje al videojuego en el que está inspirado. Sin introducir muchos elementos del título de Bethesda han creado un buen juego con una ambientación increible. Sin duda alguna os transportaréis, al menos durante 90 minutos, a los reinos gélidos de Skyrim para ser protagonistas de este peculiar rescate. ¿Conseguiréis rescatar al hijo del tabernero?

Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira. Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos... por lo que de mayor ¡quiero ser un gran pirata!.

Written by Adrián Fitipaldi

Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira. Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos... por lo que de mayor ¡quiero ser un gran pirata!.

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