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Diablo 2: Resurrected, impresiones tras volver a abrir las puertas del infierno
Por Adrián Fitipaldi Publicado en Artículos, PC en 18 agosto 2021
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Que difícil es volver a abrir la pesada puerta que da a la nostalgia. Es complicado, porque al abrirla corres el riesgo de encontrarte en el punto medio de una corriente generada por la ventana abierta que es el presente, y que te arrastre; para bien o para mal. Esto mismo ya me ocurrió hace nada (también de la mano de Blizzard) con mi vuelta a World of Warcraft y de nuevo, mi adolescencia entre clicks, maná y árboles de habilidades me mira a los ojos y me pide que, por favor, vuelva a aquellos reinos donde las horas pasaban con un único objetivo: derrotar a Diablo.

20 años separan el lanzamiento de Diablo 2 con este Resurrected y para mí, sigue siendo uno de esos juegos que recuerdas como si lo hubieses jugado ayer. Siendo sincero no es un juego que quemase como tantos otros, apenas me lo pasé dos o tres veces, llevado por la curiosidad de jugar con varias clases más que por seguir gastando las mecánicas del juego. Lo verdaderamente importante de Diablo 2, y con lo que siempre me quedaré, fue mostrarme los ARPG, un mundo en el que 20 años después sigo inmerso y disfrutando como cuando comencé mi aventura con aquel bárbaro pixelado.

Este sentimiento, de cariño y amor a una entrega que marcó a muchos, es patente cuando hablas con otras personas y ves las ganas que hay por volver a una de las mejores obras de Blizzard y que algunos, para amenizar la espera, hemos ido paliando con una visita a diversas alternativas; Diablo 3 entre ellas. Creo que este es un punto de partida interesante para ver cómo llega este Resurrected hasta nosotros y como la pauta marcada por Blizzard ha cambiado la propia franquicia. Como decía Tyrael: “Ha llegado la hora de cazar y destruir a Diablo… “

Ni siquiera la muerte puede librarte de mi

La generación pasada estuvo marcada por muchos “retornos” de nuestras franquicias favoritas bajo la palabra “remake” o “remaster”. Algunos aciertos y bastante fallos, lograron que antiguos y nuevos jugadores se reconciliaran con auténticas obras de arte que hoy en día siguen funcionando igual de bien que antaño. Con esta misma premisa instalé Diablo 2: Resurrected y con ella escribo estas líneas ahora mismo, después de haber podido disfrutar de esta beta cerrada. La esencia de Diablo sigue intacta y funciona con tanta facilidad que no parece que tenga 20 años a sus espaldas… aunque alguna de ellas se ha visto mermada por decisiones que ya en su momento, hacían rechinar los dientes de más de un jugador.

Parte de que esa esencia siga funcionando, la tiene sin duda una joven y aguerrida Blizzard, que supo expandir la experiencia del primer título y enganchar a nuevos adeptos a su paso. Diablo 2: Resurrected, ha querido dejar inmutada la esencia, la experiencia de juego que tanto nos enganchó antaño, y en base a esa premisa ha hecho un gran trabajo de chapa y pintura. El aspecto gráfico y visual del juego es todo lo que se podía esperar de una obra como esta, así como de su apartado sonoro. Solo hace falta pulsar la tecla “G” para volver a ver como era el juego hace 20 años y comprobar como Diablo 2: Resurrected mantiene todos los elementos, pero con una calidad aceptable para 2021.

Hasta aquí está todo correcto, pero Diablo 2: Resurrected peca de querer mantener demasiado esa experiencia de juego que a veces le juega en contra. Con esta beta he podido comprobar que esta reedición, es más una actualización gráfica que un remake propiamente dicho, como lo pudo ser en su momento Resident Evil 2: Remake o incluso la trilogía de Mass Effect, donde EA supo arreglar aspectos para adaptar la jugabilidad a la actualidad. Y el camino era bien fácil: fijarse en su hermano pequeño, Diablo 3.

Si bien se ha intentado dar alguna facilidad al jugador, como la recolección de oro al pisarlo, la gestión del inventario sigue siendo un dolor de cabeza que muchos jugadores menos experimentados van a sufrir desde el principio. La colisión de los personajes también es algo que se ha respetado demasiado de la obra original y no se le ha dado una vuelta para poder hacerlo más llevadero. Creo que muchos jugadores, acostumbrados al sistema de Diablo 3, van a tener más de un problema para poder hacerse a este sistema heredado de la obra original. Además, también han adoptado alguna mala práctica como la conexión constante a internet para poder jugarlo que invalida por completo el juego en local.

Son varios detalles que dejan entrever que lo que se buscaba era más un lavado de cara de la obra para 2021 que de un remake para actualizar aspectos del juego que no quedaron del todo pulidos tampoco en 2001. Estos problemas no son algo que me haya molestado en especial a mi como jugador (tengo otros que no incluyo por ser eso, apreciaciones personales) si no que he podido comentar con otras personas que también se han encontrado ante esa sensación.

El ¿remake? que Diablo 2 pedía

Terminar este texto me cuesta porque tengo el corazón dividido. Se que Diablo 2: Resurrected me ha gustado, pero sé que parte de esta sensación la ha producido mi paso previo por el título original y también la pasión que siento por un juego que me abrió un mundo de posibilidades. Cuando esa emoción se centró en disfrutar de la experiencia de juego que supone este Resurrected me fui dando cuenta de que no había intención de pulir una fórmula y llevarla a las cotas que se piden de un ARPG moderno, si no de respetar una experiencia que, a todas luces, se puede mejorar. Quitando el gran trabajo que se ha hecho en el apartado gráfico Diablo 2: Resurrected no mejora al título original, es un buen juego, pero porque Diablo 2 ya era gran juego.

Y es aquí donde volvemos a hablar de la nostalgia (y mira que me da rabia). Todo aquel que creciese con Diablo 2, que dedicase horas y horas a pasear entre sus escenarios y que volviese tiempo después para seguir descubriendo secretos o mejorar su personaje va a disfrutar mucho con Diablo 2: Resurrected. El problema va a estar en aquellos que descubrieron Diablo 3 u otra fórmula ARPG y quieran aventurarse con este Resurrected, donde se van a encontrar un muro difícil de superar y que podría haberse evitado con cuatro cambios técnicos.

Puede que en un futuro una actualización o incluso la comunidad modder podría darles una vuelta a ciertos aspectos, pero por lo que Blizzard nos ha enseñado en esta beta, la intención es clara y las cartas están sobre la mesa: enfrentarnos a Diablo deberá ser como estaba concebido.

Aun así, estas horas que he podido volver a revivir junto a mi hechicera, han sido una vuelta a los origines, a rememorar todo cuanto Diablo 2 me enseño y a recordar muchas otras que había olvidado. Puede que los años me hayan cambiado pero si algo no cambia es el cariño que guardo a este juego… y parece ser que ese sentimiento, ni se ha inmutado.

Este texto ha sido posible gracias a Blizzard que nos ha cedido una clave de la beta privada de Diablo 2: Resurrected

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