Llevo semanas sin despegarme de la pantalla, gritando, golpeando el mando contra la mesa, en resumen, muy tenso y enfadado.
¿Pero, que me ha llevado a ello?
La culpa la tiene ScourgeBringer un juego que me cuesta definirlo, dado que su base es dentro del género roguelike, pero va más allá, mucho más allá. Para que os hagáis una idea, cada run puede durar unos pocos minutos, por lo tanto, cada sala se debe completar en segundos para poder avanzar y no perder vida; todo debe estar perfectamente ejecutado para llegar al final del nivel y derrotar al boss correspondiente.
ScourgeBringer es un juego en el que encarnamos a una samurai que debe derrotar a unos malvados alienígenas que han invadido la tierra, para ello, tendremos que ir limpiando zonas de la nave alienígena y derrotando a los jueces, los líderes de la raza alienígena.
Extremo y fugaz
El juego basa su combate en unas acciones que el jugador puede realizar, pero a la mínima que se para, los enemigos lo destrozan en pocos segundos. Por ello, el jugador debe limpiar cada sala lo más rápido posible para evitar perder vida.
La calificación de extremo del juego es cuando juntas tres elementos:
- Superación numérica: En cada sala a limpiar, no hay varios enemigos, sino a lo mejor unos 30, por lo tanto, nada más entrar ya notas esa sensación de agobio, porque sabes, que si no derrotas a todos los enemigos lo antes posible, perderás mucha vida que luego será necesaria para derrotar a los jueces.
- Boss Rush: No es un roguelike al uso, aquí deberás empezar de 0 si te derrotan, por lo tanto, aunque hayas derrotado a un boss o terminado una zona, deberás empezar desde el principio cuando te derroten. Por lo tanto, deberás ir derrotando a todos los jueces, por orden, en cada partida.
- 10 y punto: Solo diez golpes puedes recibir en cada run. Si bien es cierto, que puedes irlos recuperando con algunos objetos, no te creas que vas a sobrevivir con eso.
¿Por qué nos gusta sufrir?
Después de pararme a reflexionar, me doy cuenta que hay un mercado muy amplio de juegos exigentes que encandila cada vez a más jugadores. No quiero remontarme a lo retro, que me pongo en plan abuelo cebolleta, pero los que hemos nacido hace mucho, ya nos hemos peleado con los juegos de la NES que eran casi imposibles.
Un ejemplo claro de juego exigente es el maravillo Cuphead, juego con un apartado artístico estilo cartoon de los 50 que basa su jugabilidad en un run and gun frenético contra enemigos finales que nos harán morir infinidad de veces.
Mi historia con Cuphead es lo que se esperaba, me atrajo su estilo artístico y me acabé viciando cuando descubrí lo exigente que era. Morir sin parar, repetir enemigos finales hasta la saciedad, hasta que por fin cuando el juego te derrota por completo, se unen los astros y tienes un poco más suerte de lo normal y consigues terminarlo.
Es una mezcla de adicción y deseo de superación la que nos lleva a querer jugar a este tipo de juegos. Por un lado, sabemos que es algo diferente al resto de juego y genera una sensación de adicción a algo a lo que no estamos acostumbrados. Algo así como el que prueba el café por primera vez, pero muriendo virtualmente infinidad de veces.
Una vez ya entendemos las mecánicas y ya estamos enganchados completamente, es cuando aparece ese deseo de querer finalizar el juego a toda costa suframos lo que suframos. Porque en el fondo, sabemos que lo vamos a conseguir y de esta forma conseguir un logro personal.
No todo es Dark Souls
Si bien es cierto que un exponente claro del género es la saga Dark-Souls, si rascamos la superficie, aparecen muchos juegos con esta exigencia implícita.
No puedo evitar nombrar Sekiro, el momento Genichiro Ashina es uno de los más recordados por los fans de los juegos exigentes. La tensión del momento, un enemigo que tiene varias fases, sin posibilidad de recuperación entre una y otra; y muchas, muchas muertes, han conseguido que sea uno de mis tops en cuanto a juegos exigentes se refiere.
Otro ejemplo es el maravilloso Hollow Knight, una delicia indie que se nos muestra como un mundo dibujado a mano, pero que esconde un juego donde abundan las fases de plataformas prácticamente imposibles y enemigos finales en espacios reducidos que nos lo harán pasar realmente mal.
Los juegos son como son
Con el tiempo nos encontraremos con más y más exponentes de este género de los llamados juegos exigentes; y por mi perfecto, la dificultad se está perdiendo en los juegos. Son cada vez más las personas que tienen poco tiempo y quieren juegos sencillos para terminarlos lo antes posible.
No dejemos morir a los juegos exigentes, dado que a un gran número de personas nos encantan. Dejemos de pedir tonterías como un modo fácil o formas rápidas de terminar los juegos.
Los juegos son como los desarrolladores los han concebido, ni más ni menos, si un juego es exigente, es porque quien lo ha creado quiere que sea así. Y nosotros, como consumidores no somos quién para pedir algo a alguien que lleva años trabajando en un título para que sea como esa persona lo ha diseñado.
Larga vida a los juegos exigentes.
La gente ‘que tienen poco tiempo y quieren juegos sencillos para terminarlos lo antes posible’ no está disfrutando jugar.
Pues si, es odioso el hecho de que hayan muchas personas que prefieran terminarse el juego en dos dias, a disfrutarlo al 100%.