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Panzer Paladin, previsiblemente excelente
Por Santiago H. R. Publicado en Artículos en 9 octubre 2020
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Panzer Paladin es previsiblemente excelente, pero antes es de justicia adelantar que este artículo no es un análisis de Panzer Paladin, sino una reflexión surgida de la experiencia a los mandos con este título. Quien desee un análisis tiene a su disposición cientos de ellos en varias lenguas desgranando sus apartados.

Dicho lo cual, creo que hemos llegado a un punto en el que hemos asimilado la alta calidad de gran parte de los juegos indies más visibles y ello repercute en que quizás hayamos perdido la perspectiva con la que sí contábamos hace alrededor de una década (o más). Lo que quiero decir es el hecho de que haber interiorizado la tan alta calidad de los juegos indies antes comentados puede provocar el sentimiento de estar ante “uno más”.

Panzer Paladin
Panzer Paladin es una gozada de principio a fin

Eclecticismo

Esta obra es poco o nada original si tenemos en cuenta sus partes por separado. A simple vista, no deja de ser otra iteración más de emular los grandes éxitos del pasado de NES y su estética “ochobitera” con altas dosis de trembolona y testosterona. Se ha comentado en no pocos textos su paralelismo con títulos como Megaman y, por ende, con Shovel Knight. Si bien las apariencias (y, en parte, la jugabilidad) nos conducen a las lógicas y razonables comparaciones, los creadores llevan su videojuego a un estadio de originalidad que hacen de Panzer Paladin una obra ecléctica.

Si probáis el título, no tardaréis en percataros de lo sumamente interesante que es el hecho de manejar “mechas” empuñando armas cuerpo a cuerpo cuya duración es limitada. También pueden utilizarse como plataformas improvisadas aunque no sean estrictamente necesarias para el avance. En suma, Panzer Paladin es un título nada original pero que transmite un aroma a nuevo, a refrescante. Eso también es digno de alabar.

Panzer Paladin
Las armas tienen un uso limitado; si se acaban, siempre podréis cagar a los enemigos a trompadas

Otro más…

Quien lea este artículo es muy probable que esté pensando en lo siguiente: “¿Por qué debo darle una oportunidad a este título y no a otros?” Isla de Monos no es una guía de compras, por lo que no voy a responder a esta pregunta, pero sí lanzo una reflexión relacionada íntimamente con lo que planteé en la introducción: hemos llegado a un punto en que los juegos independientes han alcanzado y están alcanzando unas cotas de calidad altamente absurdas. Vivimos un tiempo dorado en que los títulos independientes que logran cierta visibilidad (y también muchísmos que no la logran) nos andan ofertando propuestas de la más alta calidad, reitero.

El haber interiorizado que recibamos títulos tan excelentes puede que, en cierta manera, haya paradójicamente devaluado a estas obras; esto es, bien considerando el buen hacer de compañías como Tribute Games puede derivar en un “día de la marmota”, en creer que estamos ante el enésimo gran juego indie, pero que “ya le daremos una oportunidad”, la cual no llega en muchos casos y cuando lo hace, lo hace tarde. Esto lo desarrollo en el siguiente apartado: el apoyo a las compañías indies.

Panzer Paladin
Pese a que sea un homenaje a NES, Panzer Paladin habría sido inviable en tal consola

You’ll never walk alone

Cuando le comenté por privado a Adrián mis impresiones tras haber superado este título, expresé algo así como “un buen juego, sin mucho más”. De manera inconsciente estaba afirmando que tenía tan claro que estas obras cuentan con tanta calidad que poco o nada me sorprenden, de ahí que comentara antes que hemos perdido la perspectiva. Anoche volví a echar una partida a Panzer Paladin, pues es un ritual que realizo antes de publicar mis textos, y descubrí lo “insensible” que me había vuelto ante este tipo de obras.

Os aseguro, lectores, que es de capital importancia, si nuestra situación económica lo permite, el apoyar este tipo de productos de salida o pagar el precio completo pese a que la elección racional nos impele continuamente a esperar una rebaja. La pérdida de la perspectiva a la cual he aludido varias veces puede conducirnos a dar por hecho que estos títulos surgen de la nada, y no es así. Repito: vivimos una época dorada en la escena indie, y para mantenerla o incluso llevarla a otro nivel tenemos que continuar apoyando este tipo de videojuegos que se desligan de las tendencias mayoritaria de consumo. Sería harto descorazonador que estas obras dejasen de producirse por falta de apoyo y/o visibilidad. Espero que este humilde artículo contribuya a que nuestros lectores den una oportunidad a juegos como Panzer Paladin.

Ese brillo que rodea al hacha es un buen indicativo de su fuerza

Conclusión

Panzer Paladin es un buen juego, es un juego excelente, y creo que ese es su mayor defecto. Los analistas de mercado podrían llegar a la conclusión de que la oferta de esta clase de juegos neo-retro que buscan homenajear un estilo concreto (los 8 bits de NES) y a una serie de títulos pertenecientes a un género (plataformas de acción) puede conllevar el hastío del consumidor, optando por retirar su demanda con el consecuente reajuste del mercado. Mi parte racional estaría de acuerdo con una afirmación así, pero mi parte más emocional e irracional como simple jugador me obliga a albergar la esperanza de que la rueda no se parará jamás.

Panzer Paladin

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