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La consola de nuestra vida
Por Adrián Fitipaldi Publicado en Artículos, Destacado en 3 julio 2020
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PlayStation 2, por Kevin

Después de estar tantos meses en silencio, vuelvo a la carga con este texto colaborativo y no me lo podrían haber puesto peor. ¿Consola favorita? ¿Consola que salvaría en caso de incendio? ¿La mejor consola para mí? No soy capaz de aclararme. 

La gran mayoría de consolas representan algo especial para mí. Muchas de ellas fueron regaladas por personas cercanas a mí y lo que me llega es ese amor que tienen esas personas cercanas. Incluyendo la primera consola que tuve, la PlayStation 2, regalada en navidades. Los ojos se me llenaron de ilusión y ya quería jugar con ella. Realmente fue mi primer contacto serio con el mundo de los videojuegos con entregas como “Robots”, “Cars”, “Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo”. Los recuerdo como muy buenos juegos, y a partir de ahí siguieron la PSP, la Nintendo DSi… Hoy en día sigo conservando esas consolas y ¡al menos encienden!

Obviamente desde ese momento, he ido ampliando mi colección y personas muy cercanas a mí, conociendo esta afición que tengo, me han ido ayudando. No soy capaz de elegir por ello ya que para mí todas son amor. Os dejo una foto de mi colección (pero la de Adrián es mejor).


Nintendo DS, por Javier

Creo que tengo una fijación especial por las consolas portátiles, a pesar de que la mayoría de mi tiempo lo invierto delante del ordenador. Pero cuando quiero hacer una regresión a épocas más felices, a esas partidas nocturnas bajo las sábanas y a esos interminables viajes de carretera, siempre vuelvo a ellas. Dentro de esta categoría, si tengo que quedarme con una por encima de todas es con la maravillosa Nintendo DS, donde realmente se forjó el jugador que soy ahora.

Visto en retrospectiva, el catálogo de esta portátil de Nintendo fue uno de los mejores que hemos tenido nunca, con una variedad y calidad sin parangón. Desde los clásicos RPG pasando por las novelas visuales y los divertidísimos plataformas. Casi todos los géneros tuvieron aquí su rinconcito especial, plagado de auténticas joyas ocultas que vale la pena revisitar.

Fue toda una revolución para los de mi quinta. Supieron aprovechar el formato de la doble pantalla y el táctil hasta la última gota. De hecho, me encanta ver como la Switch está funcionando, porque creo que hay algo de esa magia de la DS impregnada en ella. 


PlayStation 1, por Santiago

El inicio de todo. PSX fue mi primera consola y el impacto que me supuso no tiene parangón. Introdujo en mi infantil mente los conceptos de “videoconsola”, “videojuego”, “demo”, “tarjeta de memoria” o “gráficos”. Más de veinte años después sigo pensando en ella. Una nueva e ignota dimensión se abría ante mí… ¡Y cómo disfruté de la gris de Sony! Puso el listón tan alto con sus impresionantes títulos que, en la actualidad, aun con toda la pompa y ceremonia de los tiempos actuales, sigue siendo imbatible. El sonido de arranque de la consola tiene reservado un inamovible lugar en mis recuerdos. Los tiempos pasan, por supuesto, pero la primera experiencia siempre es importante, y gracias a PSX no pudo ser mejor:  Fue una cuestión de “riqueza mental.”


PlayStation 4, por Jon

Lo fácil sería elegir a PlayStation 1, mi primera consola, la principal y única en una etapa donde vivía los videojuegos de una manera muy diferente a como lo hago actualmente. Pero si tuviese que quedarme con una, elegiría a la que me trajo de nuevo al mundo de los videojuegos, elegiría mi PlayStation 4. Me alejé de los videojuegos igual que de ese amigo al que por trabajo o aficiones la vida lleva por otros caminos; y aunque mantienes algún contacto con él, ya es desde la lejanía y el recuerdo. Pero en ocasiones la vida se tuerce, y ese amigo vuelve para estar contigo en los malos momentos. Los videojuegos volvieron a mí con PS4, después de conocer la existencia de un remake de mi juego favorito. Y lo que pensé que sería un acercamiento casual, solo para jugar dicho título; se convirtió en un redescubrimiento de sagas y personajes asombrosos, de mundos e historias inimaginables. De querer seguir creciendo y madurando, pero con un mando cerca de mí.

Mega Drive, por Adrián Fitipaldi

Mientras que todo el mundo se crio con una SNES, una Nintendo 64 o una PlayStation a mi me tocó ser la oveja negra de mi grupo con una Sega Mega Drive. Lo mejor es que no fue porque mis padres no sabían cual comprar o porque cogieron la primera que vieron, fue por mi insistencia con el juego «de la pelotita azul que corre mucho». A causa de ello me perdí bastantes grandes títulos de Nintendo (que pude disfrutar de mayor) pero descubrí muchos otros que marcaron mi infancia. Aún recuerdo las horas perdidas al Columns, la dificultad infernal de Ghouls N Ghosts o de Streets of Rage y el desgaste de la pegatina de tanto jugar a ToeJam & Earl in Panic on Funkotron.

Fue una consola atípica para mí, que solo conocían unos pocos y una mera transición entre el 386 de mi padre (donde quemaba las avanturas gráficas) y una PlayStation que hizo guardar esta Mega Drive en el armario. Aunque ya no la conserve (al menos no la mía) siempre tendrá un lugar especial al ser mi primera consola de sobremesa.


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