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Análisis | God of War
Por Adrián Fitipaldi Publicado en Análisis, Destacado, Noticias en 4 mayo 2018
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La saga God of War ha vuelto pisando más fuerte que nunca con una propuesta diferente y alejada de sus predecesores pero sin cambiar ni un ápice de la esencia de lo que le ha llevado a ser una gran saga. Esta nueva entrega representa, no sólo la primera aventura de Kratos en PlayStation 4, si no un cambio y un soplo de aire fresco a una saga que ya tenía sus cimientos bien definidos. Destruir para construir, es la filosofía que ha querido tomar Santa Monica Studios y la cual han sabido realizar a la perfección.

Todo ha cambiado

Vamos a quitarnos de encima lo evidente para no lastrar el análisis: God of War ha cambiado y ya nunca volverá a ser lo que era. El combate ha cambiado de un sistema hack and slash a un combate en tercera persona que bebe directamente de Dark Souls; la ambientación ha sustituido la mitología griega por la fría y fantasiosa mitología nórdica; Kratos ha evolucionado, ha envejecido y poco a poco descubriremos que, todo cuanto ha vivido ha esculpido al Kratos que vemos en la actualidad.

¿Y todo esto es malo? En un principio cuando se supo el cambio los fans de la saga nos echamos las manos a la cabeza: el cambio de mitología estaba en nuestros planes pero el cambio, de algo tan delicado como el género del juego que es una seña de identidad de la saga, generó desconfianza. Ahora, después de haber jugado y completado este juego, no puedo estar más agradecido de que Santa Monica Studios tomase la decisión de cambiar la fórmula ya que, aún con un cambio tan grande como nos ha presentado esta entrega, han sabido cuadrarlo todo para que la esencia de la saga siga presente.

Atreus, yo soy tu padre… y también un Dios

God of War es la historia de un viaje, un viaje entre padre e hijo donde ambos tienen que aprender el uno del otro. Por un lado Atreus deberá aprender a sobrevivir, a luchar y a cazar, con un maestro que no le permite ni un ápice de error. Por otro Kratos deberá entender y lidiar con un un hijo al que no conoce tanto como pensaba y con una cultura que apenas conoce y en la que no siente como su hogar. Este camino que emprenderemos junto a nuestros protagonistas nos hará participes una y otra vez viendo como ambos personajes crecen a medida que se suceden los peligros y mientras van contándonos una nueva historia y una cultura que desconocíamos. La cultura nórdica es todo un acierto y que encaja perfectamente con el universo de God of War hilando perfectamente los hechos acontecidos en las otras entregas con los que ocurren en este juego.

 

Un detalle de agradecer que tiene el juego es que, los que conocemos la mitología nórdica lo justo, nos irán contando historias durante el transcurso del juego explicándonos cosas tan básicas como: quien es Odin, quien es Thor o por que los gigantes han desaparecido del reino. Todo esto nos lo contarán sin darnos apenas cuenta, en ratos muertos en los que tendremos viajes en barca o en momentos de carga del propio juego de los que luego hablaremos.

A mi que no me quiten el triángulo y el círculo

God of War ha sufrido un gran cambio, eso no tiene discusión, pero en mi opinión lo que ha sufrido es una actualización. Es verdad que el combate ha pasado de ser un machaca botones a un combate más pausado, bebiendo directamente de Dark Souls. Es verdad que se han añadido armaduras y un sistema de atributos que dan un toque de rol al juego como en The Witcher 3. Y también es verdad que nos muestran un mundo semi-abierto con el que antes no contábamos al estilo Bloodborne. Pero también es verdad que el juego sigue teniendo todo lo que la saga God of War nos ha dado durante tanto tiempo como: las ejecuciones de los enemigos, la progresión de las armas o los propios movimientos de Kratos.

El combate no es un desconocido para los que hemos jugado a la saga Dark Souls o Bloodborne: sabemos que hay dos tipos de ataques, que debemos fijar a un enemigo para combatir bien y que esquivar se convierte en algo vital para sobrevivir. Lo bueno es que God of War ha incluido y actualizado tan bien esta mecánica que parece que lleve en la saga desde la primera entrega. Los chicos de Santa Monica Studios han sabido coger la base y darle su propio toque añadiendo los conocidos combos de la saga así como los ataques especiales que podíamos hacer. Si en anteriores juegos teníamos magias como tal en esta tenemos runas que podremos intercambiar para poder hacer estos ataques cada cierto tiempo.

Hijo, todo esto antes… era campo.

Visualmente God of War es una maravilla gráfica y pocos juegos se acercan a exprimir tanto una PlayStation 4. Desde el primer momento los paisajes, la iluminación y los detalles nos dejarán asombrados mostrando un nivel de detalle, y de realismo, en cosas tan simples como la nieve que pisamos. No hay nada más gratificante en este juego que ir de un punto a otro admirando los detalles o los paisajes que han creado para este juego, y es que, como decíamos más arriba, en este juego no hay pantallas de carga. La carga de las escenas y de los mapas se hace mientras nosotros mismos avanzamos, sin que nos demos cuenta, lo que hace sólo veamos una pantalla de carga al principio o cuando morimos.

El que hayan integrado una fórmula de exploración de mapas parecida a la que From Software, donde el mapa es continuo abriendo diferentes atajos, añade en sus juegos ha sido lo que le hacía falta a la saga para poder oxigenarse del todo. Esto sumado al semi-mundo abierto que nos ofrece la entrega hace que no sólo queramos ir a piñón fijo en la historia si no que nos entren ganas de explorar y de conocer el mundo que nos rodea y su historia. Algunas misiones tienden al «recoge X cosas» o «destruye X objetos» pero serán un mero trámite que sólo servirán para los que buscan el platino.

¿Y ahora qué?

God of War ha cambiado y yo, personalmente, doy gracias por ello. Una nueva entrega sin cambios hubiese tenido la misma (o quizá mucho menos) repercusión por lo que Kratos significa para los videojuegos pero, que hayan querido arriesgar y les haya salido un gran juego sin traicionarse a si mismos, tiene mucho mérito. Con este juego, Santa Monica Studios, ha demostrado (y tendrá que seguir demostrándolo) que la saga God of War es más que un machaca botones de violencia y dioses.

Decir que God of War es el mejor juego de la generación es subjetivo, algo muy personal que varía según los gustos de cada uno. Sobretodo cuando rivalizas con juegos como Bloodborne o The Witcher 3 que te ponen el nivel tan alto. Personalmente creo que se merece estar en ese podio (no me preguntéis el orden), ya que es uno de los mejores juegos que ha salido de la saga y que cualquier aficionado a los videojuegos debería jugarlo y disfrutarlo.

Por último felicitar a Santa Monica Studios por haber creado un juego increíble que hace que este pegado a la pantalla desde el primer momento en el que Kratos hace acto de presencia. Una joya que será recordada durante mucho tiempo y quizás se convierta en un referente.

 

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