“¡Hola a todos! Bienvenidos al mundo de Pokémon. Me llamo Oak, pero la gente me llama Profesor Pokémon. ¡Este mundo está habitado por unas criaturas llamadas Pokémon!”. Así empezó una de las aventuras más recordadas de la historia. Desde que en 1996 salieran al mercado Pokémon Rojo y Pokémon Azul, la estrategia de mercado que ha tenido Game Freak con una de sus sagas franquicia ha estado bastante clara, o al menos lo estaba hasta la llegada de la quinta generación, más concretamente con la llegada de Blanco y Negro 2 en 2012.
El modelo de Pokémon, o al menos el que marcaron desde su lanzamiento, se ha basado en la salida de tres juegos por generación. El éxito de las dos primeras entregas sirvió para que el videojuego de Game Freak tuviera su propia adaptación anime, la que lanzó la popularidad del mismo a cotas inimaginables en ese momento, metiendo a la serie de Pikachu, Ash y compañía dentro del imaginario colectivo de una generación. Esto propició que, en un intento de que el juego fuera más fiel a la serie y beber del éxito de la misma, Nintendo lanzara una tercera entrega de esta generación: Pokémon Amarillo.
Esta tercera entrega, que a la postre establecería el patrón de lo que veríamos en los tiempos venideros, mejoraba y cambiaba a partes iguales el juego original. Esta versión pulía el aspecto gráfico, mejorando los sprites de los Pokémon y asemejándolos a los que veríamos en el anime, al igual que hacía con algunos entrenadores como Misty o Brock. Además, añadía varios guiños a la série, como algunos Pokémon como Beedrill o Magmar que eran imposibles de encontrar salvajes en esta edición, ya que Ash nunca los capturaba en el anime, o la inclusión de Jesse, James y Meowth como enemigos, ya que en los dos títulos originales no aparecía este carismático trio de villanos.
Con el lanzamiento de la segunda generación, de la mano de Pokémon Oro y Plata, vimos que Game Freak repetía la misma jugada. El lanzamiento de Pokémon Cristal añadía nuevas características, como sprites animados, y corregía muchos fallos del juego, siendo, al igual que Pokémon Amarillo, una especie de versión definitiva de esta generación, pero esta vez sin tantas referencias al anime. Como hemos comentado, tras este éxito, Game Freak replicó una y otra vez el modelo, hasta la llegada de la quinta generación.
A raíz de Blanco y Negro, desde la compañía nipona se intentó investigar y buscar nuevas formas de innovar esta fórmula. En la quinta generación, en lugar de una versión definitiva, tuvimos una secuela, con Blanco 2 y Negro 2, en la sexta generación no hubo más juegos lejos de los principales, y en la séptima generación tuvimos Ultrasol y Ultraluna, dos versiones definitivas en lugar de una.
Y eso nos lleva hasta la octava y, hasta el momento en el que se escriben estas líneas, actual generación de Pokémon. Con la llegada de Espada y Escudo, Game Freak llegaba por primera vez a la consola de sobremesa de Nintendo, con la presión de ser el primer juego de la saga principal que no iba a salir en una consola puramente portátil y que tenía potencia suficiente para proponer cosas nuevas. Esto era algo que a la gente le entusiasmaba y por lo que, al ver la llegada inminente de estos juegos, hizo que las esperanzas en ver el juego definitivo de Pokémon aumentaran considerablemente. Finalmente, y tras un desarrollo marcado más por las prisas que por el cuidado a la saga, tuvimos un juego con luces y sombras, que gustó a algunos y decepcionó a otros.
Espada y Escudo, lejos de los problemas en el apartado técnico, daba la sensación de ser un producto entregado a medias, con la sombra de una posible presión por parte de Nintendo para lanzarlo en plena campaña de Navidad, con el objetivo de que eso ayudara al título a convertirse en un éxito en ventas, algo que acabó cumpliéndose, pero dejando esa sensación de que no estaba del todo bien acabado el juego. Tras esto, y como hemos comentado en las líneas anteriores, todos los fans esperaban una entrega definitiva que acabara de pulir el juego, una suerte de UltraEspada y UltraEscudo que arreglase los fallos que tenía esta versión y el pobre post-game, entregando así un juego completo a los fans.
El movimiento por parte de Nintendo fue diferente a lo esperado. En lugar de un nuevo título, anunciaron dos DLC’s, que prometían ser la panacea definitiva y da un post-game digno al título de Game Freak. Estas dos expansiones que aparecían bajo el título de La Isla de la Armadura y Las nieves de la corona, al igual que los títulos principales, han dejado a la comunidad dividida, sobre si esto está bien o si preferían que se arreglaran los problemas en una nueva versión definitiva.
En el primero de los DLC’s, la isla de la armadura, Game Freak dio la sensación de que no acababa de encontrar el lugar hacia el que iban. Ampliaron la Pokédex con Pokémon de pasadas generaciones e intentaron explicar algo más de historia, introduciendo a un nuevo legendario sobre el que giraba la trama del DLC. Si bien expandieron el lore e introdujeron de nuevo el hecho de que te pudiera acompañar el primer Pokémon de tu equipo, este DLC se quedó bastante corto, introduciendo buenas ideas, pero padeciendo de lo mismo que el juego original. Parecía que no sabían por dónde enfocar las cosas y el resultado fue un contenido un tanto pobre tras unas cuantas horas de juego.
Por suerte, tras el segundo de los DLC, la sensación es totalmente diferente. Nieves de la corona es un paso en la buena dirección. Esta segunda expansión añade profundidad a la región de Galar, añadiendo un mapa bien estructurado, definido y que dan ganas de recorrer. Añade una buena trama, con secuencias muy bien conseguidas y con la que te da la sensación de inmersión que tanto se echaba de menos en el tramo final del juego base y en la isla de la armadura. Los personajes que añade son realmente interesantes y la dinámica de las Aventuras Dinamax está conseguida, dándote ganas constantes de querer jugar más y más, además de poder hacerlo con amigos, que siempre suma a la experiencia.
Pese a la decepción inicial, el resultado de este pase de expansión es un conjunto de ideas muy buenas, que sientan una base excelente de cara al futuro de la franquicia. Pokémon necesita seguir expandiendo sus horizontes, necesita salir de la comodidad a la que se habían acostumbrado y probar cosas nuevas. Esta región de Galar daba la sensación de ser un punto de partida para algo nuevo, con grandes personajes, tramas que empezaban muy bien y una localización bastante carismática, que animaba a perderse en ella. La introducción del área salvaje, el gran reclamo de este juego, resultó verse algo vacía de contenido, pero parece que en los DLC han estado intentando dar con la tecla, dejando de lado el habitual sistema de rutas de la saga.
A pesar de que el tramo final del juego dio la sensación de que lo habían matado las prisas, de que, al igual que con títulos como Metal Gear Solid V, el juego no estaba bien finalizado y se le había buscado un final apresurado que cerrara el título, con un post-game realmente pobre y que no animaba a seguir jugando, parece que aún hay esperanza. Nieves de la Corona es el camino a seguir, una fórmula que hay que pulir y sobre la que hay que trabajar para futuras entregas, un halo de esperanza para todos los amantes de la serie de Game Freak. Esperamos que el futuro de la serie continúe por este camino, todavía hay muchas aventuras por vivir y muchos Pokémon por descubrir. Es mi destino, mi misión, es Pokémon.
Isla de la Armadura Nieves de la corona pokemon amarillo Pokémon espada y escudo Pokemon pase de expansion pokemon rojo
Comentarios recientes