Cuando le comuniqué a mi familia que iba a estudiar Lengua y Literatura, sus gestos fueron algo difícil de procesar. No me sorprendió, y a pesar de que ya lo esperaba, seguía doliendo. Mi abuelo quería un ingeniero, mi madre quería un médico, mi padre quería criminalista, y según su forma de ver las cosas, yo no podía querer nada. Yo me debía a ellos, porque ellos se sacrificaron por mí, gracias a ellos nací yo, gracias a ellos llegué hasta aquí. No importa que ellos hayan tomado la decisión de traerme, ni que no hayan hecho más que cumplir con sus obligaciones morales y jurídicas, porque en su mundo, en su mente, yo era un vago, un inútil incapaz de estudiar algo que me fuera a dejar buen dinero. Ellos querían a un exitoso multimillonario, que los purgara de todos sus sueños frustrados y de sus fantasías de clase, y yo, imbécil, me atreví a darles un juntaletras. Y aunque camine seguro por el campus, y esté feliz con lo que he elegido, y aunque no pueda ni quiera imaginarme en otra profesión que no sean los libros, la duda permanece. El rechazo permanece. Sé lo que es no pertenecer, y por eso esta obra me ha llegado tanto.
La auténtica tragedia de la juventud no es la ausencia de pasta (que también), no es la ausencia de tiempo (que también), ni la falta de experiencia (que también). La tragedia que en cualquier momento de la eternidad todo joven deberá enfrentar es la de un día querer hablar y descubrir que carece de voz; que la voz hay que buscársela, trabajársela entre discusiones, y actos que parecen estúpidos pero que en tu mente hacen todo el sentido del mundo. La tragedia de enfrentarte a un mundo extraño y desconocido, y saber que en algún momento del futuro, sí o sí, deberás formar parte de él, y que deberás adaptarte y dejar atrás las cosas que has hecho tuyas para poder encajar con el resto de las piezas. La tragedia de saberte extraño, para los otros y para ti mismo. La tragedia de ser un agujero negro, en el que el tiempo y el espacio arrojarán galaxias para formar un nuevo cosmos; un abismo que será paraíso.
De esa clase de tragedias versa If Found…
Entre sus muchas otras resonancias, If Found… es una ensayo sobre el arduo proceso de reescribirte. De tener que colorearte y especificarte. Su historia tan particular, la de una chica en la Irlanda de los noventa, ante cuyos ojos se abre su propia bastedad, es una historia que podría sucederte o haberte sucedido. Estoy seguro de que habrá evidentes diferencias, sea por la edad o por el espacio en que creciste, pero también estoy seguro de que en alguna parte de la extensa colección de instantes que es tu vida, te has sentido intimidado, te has sabido vulnerable, indefenso ante un mundo que parece abrirse en todas las direcciones posibles. Si te has sentido así, este juego es tu juego, es el juego de todos, aunque también sea el juego de Casio.
Casiopea es el símbolo de todas estas ideas, y aunque el juego dura apenas un par de horas, esas horas bastaron para sentirla mi amiga, porque la conocí. La conocí porque borré sus recuerdos. Con un pulso inestable, me encargué de borrar aquello que la había definido; me enfrenté junto con ella a sus momentos más dolorosos, la ayudé a travesar el extenso universo que es la historia de las personas. Me gusta pensar que estuve ahí, acompañándola, cuidando de ella, como me habría gustado que me cuidaran a mí. Me habría gustado contar con alguien como Casiopea, con una persona que entendiera desde las raíces una inmensa fragilidad. No abundan esa clase de personas en el mundo, y en ocasiones es bueno, es hermoso recordar que existen. Creo que por eso me ha encantado tanto este juego, porque aunque me dedico a borrar memorias y destruir etapas, no puedo hacer nada más que recordar a los que han estado ahí, a los que se han preocupado, esa familia que no es tu familia, pero que se comportó como la auténtica, como la buena. Atravesando sus capas de pintura y sus trazos surrealistas, veo a los amigos a los que he aprendido a amar; veo a la chica con la que quiero pasar el resto de mi vida, veo los techos que no son mi hogar, pero que me han guardado del dolor y del frío.
También su narrativa me alegra. He aquí un juego que hace de su forma su propio fondo. Una sucesión de catársis personales estructuradas en viñetas que se autodestruyen para dar paso a la progresión. Borrador en mano, seremos nosotros quienes desempolven cada segundo para darle una forma entre nostálgica y melancólica a la narración. Desde el momento en que aparecen los créditos iniciales y para comenzar a jugar debamos ser nosotros quienes erijan el avance de la trama, me di cuenta de lo especial que iba a ser. Claro, eso sin tener ni idea de lo que me aguardaba. Porque If Found no es sólo un diseño visual hermoso y colorido; unas mecánicas simples pero intensas, y unas melodías hilvanadas en una atmósfera de calma. If Found…. es ese momento climático, en el que perdidos y mareados por la avalancha de perplejidades que es la juventud, nos encontramos en cualquier reflejo, mirando de reojo por una ventana, escuchando lo que los ecos de una habitación fría tienen por decir. Es el segundo en el que empezamos a escuchar nuestra voz.
Casio, como nosotros, se tiene que enfrentar a una serie de expectativas, prejuicios y deseos que nunca llegan a pertenecerle del todo. Su madre, incapaz de sobreponer el cariño a su sentido de normalidad, la ataca por dedicarse a la astronomía, por haberse ido a Dublin a contraer actitudes extrañas, y por vestirse en contra de lo común. Casio huye de un lugar que se le vuelve ajeno conforme avanzan los días. Vaga por su isla, presentándonos sus pedacitos de infancia, repartidos en las costas y los cafés de la ciudad. Una Irlanda lluviosa e idílica, levantada a pulso de trazo por los recuerdos agonizantes de una adolescente.
Cuando parece que la esperanza también agoniza, aparecen los amigos, una banda de hard-rock-folk que apenas ha tenido chance de mostrarle sus acústicas al mundo. En principio, Casio se ve seducida por el espíritu rebelde de estas personas, pero eventualmente será una intimidad inocente lo que la haga pertenecer. Su voz empieza a ganar sonido entre personas que están aprendiendo a hablar. Compartir una taza de té, compartir un abrazo, la confianza de ser quien eres sin temor a represalias. Una vez instalados, vemos la mansión desde todas las perspectivas. Las tonalidades oscuras y ominosas de la primera noche; los pasteles cálidos y luminosos de las fiestas y las tardes de televisión; lo onírico, lo poético e indescriptible de la noche del concierto…Un punto de inflexión en nuestra narrativa ausente, el momento culminante en el que la voz ya es algo más que un eco.
En su trayecto final, If Found intercala la historia de una astronauta que ingresa a un agujero negro con la historia de Casio. La de Casio es la historia literal, el cómo sucedió; la astronauta también es Casio, el cómo ella y nosotros hemos sentido y simbolizado los sucesos. If Found…observa la mocedad como un agujero negro, en el que todo lo que ha sido escrito sobre nosotros, nuestros padres, nuestros maestros, nuestros amigos y nuestro entorno, se pierde, se difumina, diluido en el universo que estamos creando. Es por eso que el borrador es la mecánica prima, porque no se trata de borrarnos, se trata de reescribirnos, de olvidar lo que han dicho sobre nosotros y comenzar a decir. Aprender a hablar y a unir nuestra voz al coro que es el mundo.
Y reescribirnos es difícil. Porque somos un diario escrito por nuestro tiempo y espacio, pero esos escritos se quedan cortos, se quedan inciertos para lo que estamos siendo ahora, o aprendiendo a ser. No se trata de borrar las memorias, ni a las personas, sino de reinterpretarlas, de volver a ellas y observarlas desde el aquí. Porque lo que borramos no desaparece, se quedan las marcas del lápiz y del color, y sobre esa orquesta de tonalidades, podremos escribir una historia nueva, una historia que hable sobre nosotros, sobre nuestros miedos e inquietudes, y que pueda ver a los fantasmas del pasado a los ojos sin temblar de terror, porque eso ya ha pasado.
Antes de ser quien eres, eras todo lo que han querido que seas. Eras un todo pero no eres tú. Para corregir eso, hace falta abrazar la nada, leerte desde el vacío, desde el abismo. Borrarte y volverte a pensar. Y cuando haces eso, te das cuenta de que el vacío no es tan terrible; sólo es espacio sin reclamar, un silencio esperando el sonido, la voz. En la nada puedes serlo todo otra vez, nacer desde la inexistencia.
Al final de If Found, sólo queda una cosa por hacer. Un ejercicio tan sencillo y a la vez tan complejo… Los agujeros negros son la cuna de nuevos mundos; sólo borras para volver a escribir. Sólo sufres para volver a sonreír. Has estado borrando durante todo el juego.
Llegó la hora de escribirte.
Infinito amor a los de Annapurna, por cedernos una clave de prensa para la realización de este texto.
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